Jordi Ribera Ex-entrenador de la JD Arrate
A mi amigo Iñaki
Es curioso que nos dejes unos meses después de que el Arrate desapareciera y, aunque los médicos no relacionarán una cosa con otra, todos los que hemos tenido el placer de conocerte sabemos que fue un momento duro, quizás no en el momento exacto, pero si en el desarrollo de los últimos tiempos, cuando va calando la soledad que uno va sintiendo cuando las cosas no van bien, la decepción en los que confiaste, y el destino de aquello por lo que tanto luchaste.
Te conocí en un restaurante en Granollers hace 23 años. Yo tenía 26, tú querías ficharme, y no tardamos mucho en entendernos. De hecho, anunciaste el fichaje antes de que yo dijera que si. Me diste la oportunidad de debutar en la máxima competición, haciendo que fuera el entrenador más joven en aquella época en la que era complicado sustituir a los eternos entrenadores. Hay cosas que nunca se pueden olvidar. Tras dos años y medio, y en un año difícil por los resultados y las lesiones, en la búsqueda de un revulsivo decidiste cambiar de entrenador.
Nunca pude estar realmente enfadado contigo, sabía que no había nada personal en tu decisión y, con el tiempo, volviste a ser para mí esa persona que un día confió en mí sin ser nadie aún en el balonmano, y que me dio la oportunidad de entrar en este mundo tan difícil, y tan fácil a la vez, que es el balonmano profesional.
Estuvimos mucho tiempo separados, aunque siempre me ayudaste en todo aquello que te pedí, tanto en mi estancia en Canarias [entrenando al Gáldar] como en Argentina y Brasil. Siempre había alguna oportunidad de compartir algo, a veces bueno, o a veces malo. Cuando estuve en el Ademar León te enfadaste mucho cuando fiché algún jugador del Arrate, aunque sé que en el fondo lo entendiste.
Hace un tiempo supe de tu enfermedad. Uno, que ha trabajado en un Hospital, sabe que al principio parece que todo está controlado. Pero sabemos que no es así. El pasado mes de diciembre me pasé por Eibar y, aunque no te lo dije, el único motivo del viaje no era otro que estar contigo, sabía que las cosas no iban bien. Mi futuro viaje a Guatemala y México, de enero a mayo, era un tiempo muy largo para aquello que no tiene pronóstico. Y en un año había perdido a dos amigos sin poder hablar con ellos. Quería estar contigo y, entre otras cosas, agradecerte aquella oportunidad, los momentos de apoyo que me diste en la distancia -y en la cercanía-, y que no siempre correspondí.
Durante aquellas cuatro o cinco horas que compartimos hace poco menos de tres meses pudimos hablar de todo, sobre todo de aquello que un día nos unió a través del balonmano, el Arrate.
Nos despedimos, yo me iba a Irun a cenar con unos amigos, y quedamos para volver a comer al día siguiente, pero ese día no pudiste bajar a la tienda. Ofe me comentó que no te encontrabas bien y me sentí mal, sabía en mi interior que seguramente no volvería a verte. Me alegra el recuerdo de esas horas que pasamos juntos pero, sobre todo, me alegra haberte conocido, haber podido compartir tantas cosas en nuestra pasión por el balonmano.
La vida no se portó bien contigo en los últimos años. Ganaste muchas batallas, pero esta era difícil ganarla. Te apartaste de la gente, te costaba coger el teléfono, no querías contar lo que te pasaba, no querías hablar de lo mal que te encontrabas... Hasta esto lo supiste llevar con dignidad. Luchador, desafiante, crítico, emprendedor, honesto, con un gran corazón, amigo de sus amigos...
Desde la distancia, triste, aquí en Guatemala, envío mi más sentido pésame a Ofe, a la familia, y al balonmano por el que tanto diste. Te echaremos de menos. Te echaré de menos. Jordi.
Ciudad de Guatemala 26 de Febrero del 2012