El referéndum da luz verde entre críticas a las reformas en Siria
«Alá, Siria y Bashad, con eso basta», gritaban desde la mañana del domingo los partidarios del presidente sirio, Bashar al-Assad, en el puesto fronterizo de Masna, por donde pasa la carretera de Beirut a Damasco. El 89,4% de los votantes -aunque solo el 57,4% de los 14,5 millones censados fueron a las urnas- aprobaron la nueva Carta Magna.
Karen MARÓN
Desde el amanecer, los residentes sirios en Líbano se desplazaban en vehículos que, en fila, circulaban enarbolando banderas de la República Árabe Siria, la amarilla y verde de Hizbullah y el rostro de Al-Assad. Puestos de control militares y vehículos blindados libaneses se extendían por toda la carretera hasta llegar al puesto de inmigración.
Pese a los pronósticos, el referéndum constitucional en Damasco transcurrió con relativa normalidad y con una alta participación ciudadana. En ciudades como Homs e Idleb -escenarios de los mayores combates entre el Ejército y los grupos armados opositores-, la afluencia de participantes rondó un 20%.
En Damasco se habilitaron 1.046 mesas que se cerraron a las 19.00 tras doce horas de votación. Los sirios debían decir «sí o no» a las enmiendas constitucionales presentadas por el régimen como fruto del proceso de reformas. Un 9% de los electores las rechazó mientras que 1,6% fueron impugnadas.
Las autoridades abrieron mesas electorales dentro de los edificios gubernamentales, sindicatos, centros de salud, escuelas, aeropuertos y puestos fronterizos. En las zonas desérticas instalaron centros de votación móviles para garantizar la participación de las comunidades nómadas de beduinos y también en aldeas remotas para que se pudiera ejercer el derecho al voto en el plebiscito.
«Cambios profundos»
Asimismo, habilitaron dos mesas dentro de las instalaciones de la sede de la Asamblea Nacional, donde el diputado nacional por la ciudad de Hama, Akram Hower, del nuevo Partido del Pacto Nacional, aseguró a GARA «que la Constitución sobre la que han decidido los sirios introducirá profundos cambios en la vida social, política y económica».
«Aquí en Siria somos como una gran familia con diferentes colores y hoy todos tenemos la libertad de votar por `sí o no' a un proyecto que fue concebido con el ánimo de que sirva y beneficie a todos los sirios», expresó el legislador Hower, miembro de una de las organizaciones que hoy se ubican en la oposición interna.
«Aspiramos a que este proceso refleje los deseos de los sirios, sin que unos tengan que temer a otros y se realice de forma tal que todos puedan sentir la libertad en su más amplia acepción», señaló el diputado de 60 años, ingeniero de profesión.
El proceso de reformas que ahora consolida la nueva Constitución supone que cualquier sirio puede aspirar a un escaño en el Parlamento, ya sea provincial o nacional, o a un cargo en los consejos populares (gobiernos locales) sin necesidad de pertenecer a un partido en específico, explicó el legislador.
«Es un gran paso hacia adelante», opinó, por su parte, Nuri Khaled, miembro del Partido Comunista Árabe y también diputado nacional por Hama.
«La gente ha venido a votar masivamente. El movimiento es constante y todo ha sido muy pacífico», manifestó uno de los responsables de la mesa de votación número 462, instalada en el Sindicato de Gráficos, en la Plaza Saba Bahrat -la Plaza de las Siete Fuentes- frente al Banco Central de Siria donde convergen seis esquinas.
El flujo de votantes fue incesante, mimentras los ciudadanos se manifestaban abiertamente. «Esperamos que todo mejore en Siria. Esta es una gran oportunidad», comentó la joven Hanadi Aswad de 23 años, delante de las listas de empadronados para votar que en Damasco llegaban a la cifra de tres millones de ciudadanos.
Desde que Bashar al-Assad llegó al Gobierno hace doce años, continuando el régimen instaurado por su padre en 1970, ha habido dos referendos anteriores.
La nueva Carta Magna incluye como principal cambio la supresión del artículo 8, que estipula que el gobernante partido Baaz, en el poder desde 1963, es «el líder del Estado y la sociedad».
Con el nuevo texto, redactado por una comisión constitucional de 29 miembros, otros partidos tendrán el derecho a designar a sus candidatos para la Presidencia, que queda limitada a un máximo de dos mandatos de siete años cada uno.
Esta enmienda entrará en vigor a partir de las próximas elecciones presidenciales -previstas para 2014- lo que permite que Al Assad pueda seguir en el cargo durante 16 años más, hasta 2028.
Musulmán de al menos 40 años
La comisión constitucional mantuvo también el artículo que estipula que el presidente, que conserva amplias prerrogativas, debe tener al menos 40 años y ser musulmán, lo que ha puesto en pie de guerra tanto a la importante comunidad cristiana como a los musulmanes laicos.
El presidente Al Assad prometió celebrar elecciones parlamentarias en un plazo máximo de 90 días tras la aprobación de la nueva Carta Magna, ya que ésta elimina un considerando que establece al Partido Baaz -la formación política que preside- como el líder del Estado y la sociedad siria.
Pero no todos piensan igual. El texto constitucional ha generado controversias, comenzando porque los ciudadanos solo han tenido diez días para revisarlo. Además, muchos hablan de que será imposible votar en las zonas donde hay combates.
Aún así, los periódicos nacionales publicaron punto por punto la propuesta de la nueva Carta Magna, como parte de las reformas que se han propuesto entre las movedizas arenas de un conflicto que, de no terminar, podrían acabar sepultadas por la violencia.
«La propuesta constitucional no es perfecta y la gente critica algunos de sus artículos, en particular el tercero», explica Mishleen, una estudiante que salía de la Universidad de Damasco para sumarse a la concentración en la cercana Plaza Omeya.
Reformas
La nueva Constitución es la piedra angular del paquete de reformas integrales que impulsa el presidente Bashar al Assad, pues legitimará otras novedades como la creación de partidos -ya fueron autorizados siete-, la separación de los poderes del Estado, la celebración de elecciones y la descentralización de las administraciones locales.
El artículo 3 es el que ha generado más críticas porque estipula que los candidatos a presidentes tienen que ser musulmanes en un país donde también viven cristianos y drusos, y hasta seguidores del Islam han expresado su rechazo a tal proposición pues la consideran antidemocrática.
Pero la joven Mishleen rescata del nuevo anteproyecto la garantía de los derechos y la emancipación de la mujer en una sociedad igualitaria en la que podrán participan sin discriminación en su vida política, social y económica, algo realmente significativo en países del mundo árabe.
Uno de los miembros del Consejo Nacional de Siria, Fawaz Zakri, explicó por qué no aceptan el nuevo texto escrito por una comisión elegida por el propio mandatario. «La nueva Constitución propuesta da a Bachar al Assad la posibilidad de estar en el poder por otros dos periodos de siete años cada uno y esto no es aceptable en absoluto para la gente de Siria y la oposición». Cuando Zakri habla de la oposición, se refiere a los grupos externos que trabajan desde Londres. París, Estambul y Arabia Saudí, que conforman un mosaico heterogéneo con luchas intestinas, y que son rechazados por los políticos opositores dentro del país.
El régimen de Al-Assad ha mostrado en los últimos once meses la voluntad política para entablar un dialogo con los inconformes. La nueva ley de medios; la aprobación de una norma que permite el multipartidismo; la abolición de la ley de emergencia que existía desde 1963; y el propio texto constitucional son las pruebas de ello. A pesar de todo, el gobierno cree que no es posible satisfacer a los opositores que reclaman desde el exterior.
«¿Cuál es la solución ahora? Los manifestantes pedían reformas y democracia. Demandaban cambios y aquí están. Ya está preparada hasta una nueva Constitución», afirmó Mohammad Khalid al Hanous, el gobernador de Deraa, al suroeste del país, donde comenzó la rebelión hace once meses. Además, el Gobierno sirio afirma que todos sus esfuerzos han caído en saco roto para gran parte de la comunidad internacional. En la calle, algunos creen que es momento de estar unidos.
Para los detractores del Gobierno todo es un espejismo. La buena voluntad está lejos de los hechos. En un año, según datos de la oposición externa, existen menos periódicos, hay más personas en la cárcel, el poder está más centralizado y no ha habido ninguna reforma realmente estructural.
Mientras que una parte de la oposición interna consideró que se daban las circunstancias para participar en el plebiscito, Hasan Abdulazim, coordinador del Consejo de Coordinación Nacional (CCN) -que agrupa a una decena de grupos socialistas, marxistas, liberales y kurdos- señaló en un comunicado que su bloque no participará en el referéndum, ya que antes hay que acabar con el derramamiento de sangre.
«La prioridad es ahora poner fin a la violencia, antes que una constitución redactada por las autoridades», dijo Abdulazim, quien instó al Gobierno a devolver el Ejército a los cuarteles y a liberar a todos los detenidos antes de organizar un plebiscito.
Desconfianza
«El Gobierno podría haber salvado al país si hubiera cumplido las reformas con las que se comprometió. Pero no fue así. Por eso ahora existe desconfianza de la oposición en el exterior hacia él», expresó el analista político Nabil Saman.
Por otra parte la profesora Laila Tajeldine estima que los avances democráticos en Siria se contraponen con los planes de Occidente, que distrajo la atención del resto del mundo del referéndum en el país árabe.
«La redacción de una nueva Constitución y el conjunto de medidas emprendido por el presidente Bashar al Assad sí solucionó el problema interno que existía en Siria respecto a las demandas del pueblo sirio», cree la analista. «Lo que no se ha solucionado son las intenciones de Occidente de derrocar el gobierno de Bashar al Assad y sustituirlo por uno pro occidental», aseguró.
El referéndum llegó dos días después de que la conferencia de los llamados Amigos de Siria reuniese en Túnez a representantes de 70 países y organizaciones internacionales, que condenaron al régimen de Damasco y reclamaron más sanciones, pero no adoptaron ninguna medida concreta.