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Tokio temió la desaparición de Japón tras el accidente de Fukushima

El ex primer ministro japonés Naoto Kan ordenó a los trabajadores que permanecieran en Fukushima tras el accidente del pasado marzo, ante el temor de que se produjese «una reaccion en cadena diabólica» que hiciera evacuar Tokio y pusiera en peligro a todo el país.

GARA | TOKIO

El ex primer ministro japonés Naoto Kan ordenó a los trabajadores que se mantuvieran en la planta nuclear de Fukushima-1, que resultó afectada por un terremoto y un tsunami el pasado 11 de marzo, ante el temor por parte del entonces Gobierno de que se pudiese provocar una «reacción en cadena diabólica» que llevaría a millones de personas a abandonar Tokio, según un informe publicado ayer.

Kan y el entonces equipo de Gobierno comentaron la posibilidad de que Japón pudiera desaparecer como país durante los tres días después del terremoto, según el informe elaborado por un gabinete estratégico.

Este organismo señaló que la población temía que se extendiese la radiación por Japón tras la posible fusión de los núcleos de los reactores y una explosión de hidrógeno que destruyó uno de los edificios poco después del accidente. Durante las primeras semanas, las autoridades japonesas negaron cualquier fusión del núcleo, a pesar de que la radiación comenzó a extenderse por la zona, lo que obligó a evacuar a toda la población que vivía a unos 30 kilómetros alrededor de la planta. Posteriormente, Tokio tuvo que reconocer que tres de los cuatro reactores de Fukushima-1 habían sufrido una fusión parcial.

Yukio Edano, entonces portavoz del Ejecutivo, explicó al citado comité que en ese momento temió que pudiese ocurrir una «reacción en cadena diabólica» afectando a la planta de Fukushima I y II, así como a la cercana de Tokai, poniendo a la capital en riesgo, a unos 200 kilómetros de distancia. Edano reconoció que se barajaron los peores escenarios, aunque defendió su gestión como portavoz. «No estaba en una posición donde, como una persona que no es un experto, puede hablar de forma irresponsable de mis impresiones personales y mis sensaciones de la crisis», explicó.

Un año después, la planta sigue pareciendo una zona de desechos y se registran grandes niveles de radiación. Un miembro de Tepco, la operadora de la planta, explicó ayer en una visita guiada a periodistas por la zona que las operaciones de retirada de vigas y materiales de construcción estaban siendo realizadas por máquinas debido a los altos niveles de radiación que impiden que puedan trabajar personas en el exterior.

Otro de los problemas es el sistema de refrigeración de la planta que mantiene a los reactores en parada fría. La compañía está reforzando las piscinas de desechos y construyendo muros contra tsunamis ante la posibilidad de que se repita un fuerte terremoto.

investigación

La comisión que investiga la gestión del desastre cree que unas 50 personas se quedaron en la planta. A su juicio, varias de las decisiones adoptadas procedían de la creencia del primer ministro de que Tepco iba a abandonar la planta, lo que provocaría que el accidente no se pudiese controlar. «Desde una visión global, Kan suspendió la prueba», afirma.

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