Cuatro meses después de su instalación, y tras una decisión judicial que dio luz verde a la medida, el campamento de «indignados» de Saint Paul en Londres, fue desmantelado durante la noche del lunes aunque los activistas que lo pusieron en marcha prometieron seguir con sus acciones. La Policía arrestó a 20 personas al intentar oponerse al desmantelamiento y levantar algunas barricadas. Por la mañana, decenas de tiendas multicolores que ocuparon la explanada frente edificio de la iglesia habían desaparecido y sólo un puñado de militantes permanecían en el lugar respondiendo a las entrevistas.

Algunos agentes vigilaban el lugar rodeado por rejas de metal, mientras que los empleados de una empresa de limpieza lanzaban chorros de agua. Varios ocupantes se retiraron a otro campamento, ubicado en una plaza cercana donde se habían levantado unas sesenta tiendas. «Vamos a ocupar aún más lugares públicos, pero no de manera permanente» aseguró a France Press George Barda, un activista que considera que «solo es la primera etapa de un proceso en favor del cambio» de la sociedad.