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Análisis | La Euskal Herriko Itzulia, en peligro

Mutiloa y Ugarte deben permitir a la afición vasca salvar su prueba

El ejecutivo de Lakua y la organización de la Euskal Herriko Itzulia volvieron a pronunciarse ayer sobre el riesgo de la no celebración de la prueba, algo que no puede producirse este año. La afición vasca debe tener la oportunidad de demostrar que puede sacar adelante su carrera.

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Joseba ITURRIA

La posibilidad de que Euskal Herria pierda la única prueba deportiva de élite internacional que aglutina a los territorios en los que la dividen administrativamente -este año pasará por Nafarroa, como siempre, e Iparralde- es muy grande porque Organizaciones Deportivas Euskadi está decidida a suspender la Euskal Herriko Itzulia y la clásica de Donostia si no llegan antes del viernes los 150.000 euros que le restan para cubrir un presupuesto de 1,5 millones.

Dan la sensación de que están cansados, su líder Jaime Ugarte lleva desde 1980 en la organización, y decididos a arrojar la toalla y una entrevista de Patxi Mutiloa, el director de Deportes del Gobierno de Lakua, ha terminado de minar su moral. En ella fue tajante al no reconsiderar la reducción de la aportación desde los 420.000 euros del año pasado a los 260.000. Fue muy duro con la organización, se eximió de cualquier responsabilidad en la suspensión de la prueba y, lo que más ha dolido a la organización, dijo que nadie se acordará en abril del tema si desaparecen.

El tono y la irresponsabilidad de Mutiloa son inadmisibles para una persona que ocupa ese cargo, aunque éticamente poco se puede esperar de alguien que representa a una institución gobernada por dos partidos que se han hecho con el poder de forma antidemocrática. No se puede hablar así de este grupo de personas que poniendo dinero de su bolsillo han conseguido que todo el ciclismo valore la organización de la prueba mejor que la de la Vuelta. Cuando debería incentivar y alentar que haya gente que sin cobrar trabaje por el deporte y por el país, viene a decir que solo hay lugar para organizadores profesionales. ¿Acaso Unipúblic no necesita que el Gobierno de España patrocine el Gran Premio de la Vuelta con el lema de Ahorro Energía para cubrir su presupuesto? ¿No sobrevive por el dinero de las instituciones?, que cubren la mayor parte de los presupuestos de las pocas pruebas ciclistas que sobreviven.

Lakua debería promover que la única prueba ciclista de primer nivel que se desarrolle en Euskal Herria sea la vasca. Y esa sí es su responsabilidad. Pero su objetivo ha sido organizar etapas de la Vuelta. Este año dice y repite que su ejecutivo no va a poner nada, aunque en un inicio había aprobado una partida de 200.000 euros y ninguna para la Vuelta al País Vasco. Los ayuntamientos de Eibar y Barakaldo que gobierna el PSOE, van a destinar 45.000 y con los 150.000 pagados el año pasado a la Vuelta no estaría en riesgo la ronda vasca ahora.

La Vuelta debería discurrir por aquellos lugares que no tienen otra oportunidad de ver ciclismo de primer nivel y no por Euskal Herria y Catalunya, con pruebas World Tour con idénticos problemas para cubrir su presupuesto. Y lo mismo sucede con el Gobierno de Nafarroa, que ha decidido gastar más de un millón de euros por la salida de la Vuelta el mismo año en el que está en peligro la disputa de la prueba de Lizarra por su imposibilidad de cubrir un presupuesto de 130.000 después de conocer la intención del Ejecutivo de reducir su subvención habitual de 60.000.

Sí tiene toda la razón Mutiloa en que las instituciones no están para pagar los altos costes del deporte profesional en detrimento de otras necesidades sociales. Es incluso demasiado que Lakua aporte 260.000 euros y ETB ponga otros 225.000. Además dejaba a los organizadores de la ronda vasca libre el maillot amarillo para que pudiera entrar la firma que más pujara por ello. El problema es que han sido incapaces de lograrlo los organizadores amateurs y un profesional como Mutiloa, que se había comprometido a hacer gestiones. Si no es capaz él y su ejecutivo de lograr que las cajas vascas, por ejemplo, patrocinen el gran premio, no está para criticar a los demás por no generar más ingresos.

No tiene ningún sentido la clásica de Donostia en esta coyuntura. Ugarte explicaba que su vuelta cuesta 1.050.000 euros por seis días y la clásica 425.000 por uno. Se empeña en unir las dos y tiene que apostar por la más importante, que además tiene la suerte de que está en el punto ideal del calendario. La mayoría de los que van a disputar la general del Tour la corren para lograr el punto de forma óptimo en su primer pico de la temporada, lo que motiva que su participación y nivel sea, después del Tour, la mejor del año.

La Clásica está entre el Tour y la Vuelta y el nivel de participación y su motivación es menor. Si de 1,5 millones se rebaja al millón todo será más fácil y se puede convertir el recorrido final de la clásica en un fijo de la vuelta como Arrate, con dos subidas a Jaizkibel, a poder ser por Hondarribia, para acercarla a la meta de Donostia como en su inicio. Y Kutxa Bank, que cubre el presupuesto de la clásica, podría ser la patrocinadora del gran premio.

Pero no puede desaparecer la ronda vasca este año de ninguna manera y es esa la responsabilidad de Mutiloa y Ugarte. De los dos. Quizás haya que hacer este año las dos carreras y llegar a un acuerdo para pedir la renovación de la licencia World Tour solo de la Euskal Herriko Itzulia de 2013 a 2016, que incluya un modelo de financiación distinto con una menor aportación institucional y una mayor de la afición vasca.

Porque es lógico pagar entrada por ver ciclismo, tal como sostiene Mutiloa, como el que va al fútbol o al cine. Se va a pagar en los Juegos, se paga en Down Under por entrar a la carpa en la que está la infraestructura de los equipos, se ha pagado en el Tour por la prólogo de Mónaco o en la presentación del año pasado en Le-Puy-du-Fou... No puede haber un evento con un coste de un millón de euros y que no se ingrese un céntimo por parte de los aficionados que lo van a ver. Es a la afición al ciclismo vasco a la que Mutiloa y Ugarte deberían dirigirse para defender que ese 10% que falta para cubrir el presupuesto llegue con su aportación.

Los organizadores deberán pensar en recorridos como el de esta edición en el que en las dos llegadas de Arrate e Ibardin se pueden hacer dos subidas para ganar en espectacularidad y concentrar a los aficionados en ellas y justificar el pago de una entrada. Se puede cobrar 10 euros por estar en una salida o llegada de etapa o, este año por ejemplo, en el recorrido de la crono de Oñati y en esas dos subidas finales.

Si tras hacer un llamamiento claro, con ese recorrido y esa participación y en plena Semana Santa no hay 15.000 aficionados que durante los seis días de la Vuelta estén dispuestos a pagar diez euros por ver la carrera y permitir alcanzar esos 150.000 euros que faltan para cubrir el presupuesto, Euskal Herria no se merecería tener una prueba World Tour y Lakua podría cubrir lo que falte este año con lo que se ahorraría en el futuro para no poner en peligro el patrimonio de los organizadores. Así de fácil.

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