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Big Wall Alpes

Álvaro Novellón y Unai Castresana repiten la «Lafaille» del Petit Dru

Entre el 5 y 15 de pasado mes de febrero, la cordada se lleva la tercera repetición invernal de la vía abierta por Jean Christophe Lafaille en el 2001. Montaron tres campos, y tuvieron que hacer frente a temperaturas de hasta -20 grados.

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Andoni ARABAOLAZA

La actividad que el pasado mes de febrero realizaron Álvaro Novellón y Unai Castresana se presenta desde todos los puntos de vista como muy que muy interesante. Primero, porque apostaron por un big wall en invierno en la estética pirámide perfecta del Petit Dru (3.730 m).

Segundo, porque la vía elegida la abrió Jean Christophe Lafaille: en marzo del 2000 con Jérome Arpin hasta el largo 10, y un año más tarde la terminó en solitario. Tercero, porque el objetivo de 1.000 metros (21 largos) se presentaba a todas luces como muy duro teniendo en cuenta la propuesta realizada por el aperturista: A5, M7 y V+. Y cuarto, porque solo contaba con dos repeticiones; ambas también en invierno. Una de los británicos Ian Parnell y Andy Kirkpatrick en el año 2002 con numerosas variantes. Y otra del trío francés formado por Christophe Dumarest, Guillaume Avrisani y Philippe Batoux en el año 2004; estos últimos sí siguieron la línea original.

Pues bien, Novellón y Castresana se hacían en diez días de escalada (entre el 5 y 15 de febrero) con la tercera repetición de la vía, siguiendo también la línea original gracias al croquis de los repetidores franceses.

Pero el objetivo de la cordada no empezó con buen pie, y es que los escaladores, que se presentaban en Chamonix justo a las puertas de las fiestas navideñas, tuvieron que sufrir las duras condiciones climatológicas de la zona. Por poner un ejemplo, durante cinco días tuvieron que refugiarse en la furgoneta por las fuertes nevadas.

Una vez con «mejor» tiempo, los alpinistas portearon el material hasta pie de vía. Tras el duro trabajo de porteo, y cuando ya estaban preparados para meterse en la pared, el mal tiempo les obligó a retirarse, y decidieron volver a casa.

A pesar de todos esos contratiempos, Novellón y Castresana no quisieron tirar la toalla y, con una previsión más halagüeña, vuelven a Chamonix. El aura que tiene la vía no les amilanó, y es que los protagonistas de estas páginas tienen un currículo muy potente en big walles invernales. Eso sí, sobre todo en tapias de caliza. Solo hay que recordar que en unos de sus terrenos «predilectos», el Picu Urriellu, han repetido vías en esta estación como la «Tramuntana», «Zunbeltz», «Sueños de invierno» o el «Pilar del Cantábrico».

Intenso frío

En total fueron diez días de escalada para completar esta tercera repetición de la «Lafaille». Una actividad realizada con muchísimo frío, con temperaturas de hasta -20 grados y con el «aliciente» añadido de tener que limpiar sobre todo las fisuras, y algunas placas, taponadas con nieve y hielo.

Sobre la vía en sí, el escalador de Derio, Castresana, nos hacía la siguiente presentación: «El principio tumba bastante, y tiene varias campas de nieve; además de zonas complicadas para petatear. Un big wall nada agradable en ese aspecto -señala-. Cuanta más altura pillas, más vertical se pone el tema. Pero no es tan vertical como por ejemplo el Picu. Esa falta de verticalidad nos ha decepcionado un poco. Si eso fuera poco, la vía recorre toda la pared de un lado a otro y, de nuevo, para un big wall con hamaca pues es un poco desesperante. Se puede hacer mucho en libre, pero en invierno eso está difícil. Creo que para el verano ese concepto del libre puede atraer a muchos especialistas. Más que con la vía en sí, tanto Álvaro como yo nos quedamos con la actividad; un pedazo de actividad Chamonix-Chamonix», asegura.

A pesar del intenso frío, los escaladores tuvieron la suerte de que en gran parte la estabilidad y el buen tiempo les acompañó. Sufrieron y mucho en la primera parte de la vía. Una zona bastante tumbada, donde tanto las placas como las fisuras estaban llenas de nieve y hielo. A pesar de que algunas tiradas en sí eran fáciles esos «elementos añadidos» les pusieron muy a tono, y en largos bastante fáciles tuvieron que pasar bastante tiempo en superarlos. Ya con más verticalidad, la escalada, aunque más difícil en el grado, fue a un ritmo mucho más elevado que el del comienzo.

En total, los escaladores montaron tres campos. El primero a unos 220 metros de pie de vía, el segundo más o menos en el largo 14, y el último en el bloque empotrado.

Diez días después de comenzar la escalada, Novellón y Castresana se encontraban en el final de la vía. Tenían que decidir si seguir hasta cima o bajarse. Finalmente se decantaron por la segunda opción, entre otras cosas porque ya no tenían más comida, porque no contaban con una previsión del tiempo y porque las vías por las que tenían que seguir estaban fastiadas por los desprendimientos.

Así finalizaba la tercera repetición de la vía «Lafaille» al Petit Dru. Por cierto, aunque sea anecdótico, las cuatro ascensiones se han realizado en febrero.

 

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