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Springsteen se solivianta con el «sueño americano», convertido ahora en una pesadilla

En su nuevo álbum, «Wrecking Ball», que sale a la venta hoy en Europa y mañana en los Estados Unidos, Bruce Springsteen lanza toda su rabia contra los banqueros y los «magos» de las finanzas.
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Richard INGHAM-AFP | PARÍS

En un reciente encuentro con periodistas europeos en París, Bruce Springsteen reconocía que el disco le había salido de las tripas. En «Wrecking Ball», ha plasmado su ira contra de la avaricia, su empatía con los pobres y los parados y una especie de llamada casi religiosa a mantener la esperanza. La gira de presentación de este nuevo álbum de estudio, que hace el número 17 en sus 38 años de carrera, arranca el próximo día el 18 en Atlanta y se prolongará hasta julio. En mayo recalará en Europa -por cierto, las entradas para el 17 de mayo en Barcelona ya están agotadas-y la fecha fijada para su nuevo encuentro con sus fans en el estadio Anoeta de Donostia es el 2 de junio. Los precios, entre los 65 y los 83 euros.

Para el «Boss», Estados Unidos se ha convertido en «una sociedad en la que la gente está condenada a seguir prisionera de la clase en la que nació. Es una gran promesa que se ha roto. Hay un punto crítico a partir del cual una sociedad se derrumba y no podemos tener una civilización con una sociedad tan dividida».

Este nuevo álbum de once canciones arranca con «We Take Care of Our Own», que alterna lemas patrióticos con la dura realidad a la que se enfrentan muchos americanos para conservar sus empleos y sus casas. En otros temas, ataca a los tiburones del mundo de las finanzas y a las multinacionales sin cara, capaces de destruir una ciudad sin disparar un solo tiro. «Los banqueros engordan, los trabajadores adelgazan, siempre ha sido así y seguirá siéndolo», dice en «Jack of All Trades», y agrega: «Si yo tuviera un arma, encontraría a esos bastardos y los mataría sin cuenta atrás».

Según explica Springsteen, «Wrecking Ball» (bola de demolición de edificios) se ha inspirado en la crisis financiera de 2008. Habla de un fraccionamiento «en el corazón de la idea misma de Estados Unidos. Una falla enorme que hizo estallar el sistema y sus consecuencias apenas están comenzando a hacerse sentir». Rechaza las acusaciones de antipatriotismo, aunque reconoce que el suyo es un sentimiento de «patriotismo crítico» y, ya en preguntas sobre lo musical, no oculta que recuerda especialmente a Clarence Clemons, The Big Man, el saxofonista de su banda fallecido el pasado año. «Perder a Clarence es como perder la lluvia o el aire».

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