Iñaki LEKUONA Periodista
Lengua de madera
Nicolas Sarkozy se paseó el jueves por Euskal Herria. Primero para reírse de una pareja de agricultores de Itsasu cuyo esfuerzo no llega a un único salario mínimo. Y eso que «no trabajamos sólo 35 horas» apuntaron, a lo que el Presidente se deslenguó con un graciosísimo «yo tampoco». Luego, preguntado sobre el proceso abierto en Euskal Herria, afirmó sin rubor que él siempre ha estado a favor del acercamiento de los presos. Y, o Nicolás Sarkozy no entiende el concepto siempre o no sabe el significado de acercar o simplemente toma a la gente por imbécil, porque en todos estos años en los que ha ejercido labores de gobierno o de jefatura de Estado jamás ha hecho nada por desactivar la dispersión a pesar de tratarse de una práctica contraria a la legislación internacional en materia penitenciaria.
Vista su tercera declaración, queda claro que el presidente es un prepotente parisino que, en efecto, toma al resto por imbéciles: «La República francesa no tiene miedo de las identidades fuertes. Siempre he visto con interés el hecho de participar de lenguas regionales, de las tradiciones, de una identificación fuerte. Pero esto debe hacerse con los electos, con la mayoría y no con la minoría». En fin.
Langue de bois, literalmente lengua de madera, es una expresión con la que en francés se describe el hecho de hablar con palabras huecas. Como no podía ser de otra manera, este recurso se aplica casi con exclusividad al mundo político y a sus protagonistas, habituadoa al hablar por hablar. Como Nicolas Sarkozy, que el jueves paseó su lengua de madera por Euskal Herria sin esperarse que al llegar a Baiona no tendría más remedio que tragársela. Por imbécil, que diría él.