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Mateu deja a la Real sin premio

Joseba ITURRIA

La Real se volvió de vacío de San Mamés tras un partido en el que resultó definitiva la actuación de Mateu Lahoz, que sería buen árbitro si se limitara a aplicar el reglamento y no hiciera caso a todos los que le aplauden por dejar de pitar faltas con el pretexto de dejar jugar. Y eso que ayer pitó más de lo habitual, pero encontrarse con él en un campo significa someterse a la ruleta rusa con la esperanza de que sean más las faltas que no te pite que las que deje de sancionar al rival. Al margen de esa incertidumbre que su peculiar criterio provoca en los futbolistas, ayer estuvo desacertado en las dos jugadas claves de la segunda parte que impidieron que en el marcador se reflejara la igualdad que caracterizó el encuentro hasta que la Real bajó los brazos tras el 2-0, que llegó cuando mejor estaba.

Mateu Lahoz y sus asistentes condicionaron el encuentro al no dar por válido el gol de Carlos Vela. Es increíble que en el año 2012 siga sin introducirse un chip en el balón para evitar que los árbitros se equivoquen en este tipo de situaciones, pero los asistentes están para eso. Claro que mayor aún fue el error de no sancionar el codazo que recibió Xabi Prieto en la misma jugada en la que Mikel González realizó la falta que permitió a Susaeta aprovechar que Bravo es el peor portero de Primera en las faltas directas. Tarda demasiado en reaccionar en ese tipo de lanzamientos y el de ayer tuvo el agravante de que el balón se coló por la zona que debía proteger.

Estas dos jugadas provocaron que el partido acabara con un 2-0 cuando el 1-1 habría hecho justicia a un duelo que tuvo dos partes bien diferenciadas. En la primera el Athletic fue superior y mereció irse al descanso con la ventaja que consiguió en la mejor combinación de todo el partido. Tampoco tradujo su superioridad en el juego en más claras ocasiones que la falta de Susaeta que repelió el larguero y la jugada final en la que Llorente y el eibartarra no acertaron a batir a Bravo. Pero los locales estuvieron mejor en todas las facetas y la Real se preocupó demasiado de contener al Athletic y poco de hacer su juego, lo que le llevó a modificar el trivote habitual por el 4-2-3-1 para que Markel, Aranburu y Zurutuza se emparejaran con Ander Herrera, De Marcos y Javi Martínez.

La decoración cambió en el segundo tiempo. La Real metió al Athletic en su campo y se adueñó del partido, pero le faltó acertar en los últimos metros. También es muy cuestionable la gestión de las jugadas a balón parado. Lo de sacar los saques de esquina en corto sistemáticamente es discutible, pero lo menos comprensible es que varias de ellas terminen con el balón en el centro del campo. Hacer subir a los centrales para que centre desde ahí el jugador más retrasado conlleva un riesgo, aunque cierto es que la jugada del gol no dado por válido llegó así. Además de esa acción determinante, los blanquiazules tuvieron otra clara ocasión en un remate de Aranburu en una jugada que terminó con gol en fuera de juego de Cadamuro. El partido parecía encaminado al empate y de haber llegado habría que saber cuál hubiera sido la reacción de los dos equipos porque el Athletic ya estaba peor físicamente y anímicamente el 1-1 habría cambiado los últimos minutos.

Pero entonces llegó la segunda jugada clave del partido en un salto entre Amorebieta y Xabi Prieto, en la que el codo del central, que tenía tarjeta, impactó en la cabeza del donostiarra. Mateu no sancionó nada y la jugada acabó con una falta y una tarjeta de Mikel González y la sentencia de Susaeta. Ahí se acabó el partido porque la Real acusó el golpe demasiado y además siguen sin dar resultados los intentos de Montanier de acumular delanteros. Cada vez que prescinde de un medio centro para sacar un jugador ofensivo, por mucho que Griezmann retrasara su posición para colocarse en la de Zurutuza, el equipo pierde todo el equilibrio. Y tampoco los jugadores ofensivos aciertan a moverse en ese nuevo escenario. Solo ante el Málaga dio resultados la acumulación de delanteros para remontar el partido. En todas las demás ocasiones la Real ha dejado de atacar bien cuando tenía más delanteros.

Pero en líneas generales el partido de la Real hay que considerarlo como bueno. Sin hacer un buen primer tiempo, no concedió demasiadas ocasiones de gol y mantuvo el tipo ante la presión a la que le sometía el Athletic y su afición. Y en el segundo fue superior hasta el 2-0. Por eso dentro de la amargura de la derrota, la reacción del equipo deja un buen sabor de boca porque da continuidad a la línea positiva del equipo con un once plagado de canteranos. Competir así con el Athletic con doce jugadores formados en Zubieta entre los catorce alineados es positivo y es un elemento de satisfacción para los aficionados blanquiazules. Y más en un derbi.