El fútbol es un deporte caprichoso. Mi Athletic está haciendo una temporada digna de ser recordada y ha jugado partidos casi perfectos pero que finalmente no han sido recompensados. Y la peor segunda parte que hemos hecho y encima en un derbi, va la suerte y nos sonríe. Esta sería un reflexión cuerda del partido de ayer, pero para gente cuerda ya tenemos a los políticos (risas del público).

La primera parte fue prácticamente un abuso, el Athletic era el típico matón del instituto y la Real el niño con gafas al que le roban el almuerzo. Herrera, aunque no le dejen entrar a las discotecas ni con DNI, es bueno de cojones. Y todo sin el número Dios en el campo, un mérito enorme. Susaeta metió el gol, pero podrían haber llegado 2 o 3 más.

¿Pero a qué fue debido el cambio de actitud del Athletic en la segunda mitad? Muy fácil. Además de darles vidilla por mi ausencia, la charla técnica del descanso se le fue de las manos a Bielsa. Cuando habla puedes entrar en trance. En su charla, su ritmo fue tan lento y el contenido de su discurso tan denso, que los cerebros de los jugadores del Athletic quedaron anulados, y salieron a jugar como zombies. Pues bien, en un escenario que parecía ``The walking dead'', la segunda parte fue dominada por la Real... y por el árbitro. ¡Qué duro es ser `giputxi'! Era gol. En un acto de increíble empatía, Lahoz decidió anularles un tanto válido para solidarizarse con nosotros. ¡Qué bien sienta un poco de Villarato! Con mi salida al campo, la moral de los jugadores de la Real quedó más destruida que la Bastilla en 1789. Susaeta se encargó de sellar el partido y desde ayer es oficialmente Toquerista: se lía a palos con el rival y luego mete un golazo...

Y así, colorín colorado, el Athletic gana, el Athletic está en Champions, la Real cabreada, la Real se va sin nada, y este cuento se ha acabado. Lástima que al acabar el partido Muniain y Griezmann no se fundieran en un espectacular beso mientras el estadio cantaba algo de W. Houston. Pero es que solo hay una cosa mejor que ganar un derbi, y es ganarlo de forma injusta y con fallos arbitrales.