Anjel Mari Peñagarikano, Ricardo González Bertsolari y profesor, respectivamente
Sobre la política informativa de algunos medios
Dejando a un lado provincianismos estériles todos nos sentimos vascos unidos por las mismas raíces, cosa que parece que a algunos les molesta, y dedican su tiempo a generar división con argumentos puerilesDe todos es conocida la crisis económica que azota a nuestra sociedad en los últimos años. Sin embargo, existe desde hace bastante más tiempo otra crisis no menos importante: nos referimos a la crisis de valores, a la falta de ética profesional, al «todo vale». Esto aplicado al mundo del deporte, ya de por sí pasional, cobra una nueva dimensión, que a veces se torna peligrosa. Sabido es que cada uno arrima el ascua a su sardina y lo admitimos con deportividad, pero algunos contenidos de «El Diario Vasco» colman el vaso de la paciencia de cualquiera.
La semana pasada, en vísperas del derby entre el Athletic y la Real, ese diario publicaba lo siguiente: «Es significativo que la Real juegue esta tarde con nueve futbolistas de cantera, seis de ellos guipuzcoanos(....) Solo dos futbolistas de su territorio, Aurtenetxe y el internacional venezolano Amorebieta, serán de la partida. El resto del once bilbaíno hizo sus pinitos en viveros ajenos. Es el ejemplo del propio Llorente. El riojano pasó por el River Ebro y el Funes. Iker Muniain despuntó en la Chantrea. Susaeta empezó en el Eibar. Le llaman cantera(...) Los dos onces reflejarán esta tarde que Zubieta manda en Euskadi». Aunque este tema no nos robe ni un minuto de nuestro tiempo, mientras que para algunos parece ser un tema de vital importancia, queremos y debemos señalar que estas afirmaciones tienen poca base argumental y sobrepasan los límites de la más burda manipulación hasta convertirse en un auténtico insulto a la inteligencia. ¿Cómo se puede afirmar que Susaeta, Llorente y Muniain no son jugadores formados en el Athletic cuando llegaron a Lezama con 9, 11 y 12 años, respectivamente? Y entonces, ¿cómo se puede considerar a Cadamuro como un jugador de la cantera y de casa si llegó a la Real con 20 años según se informó en ese medio?
Queda claro que dichas afirmaciones carecen de sentido alguno y son la antítesis de lo que debería ser la ética periodística. Además, rezuman un alarmante complejo de inferioridad. Como aficionados del Athletic, lo único que nos ha preocupado y preocupa es tener un equipo ilusionante como el de las últimas temporadas; con nuestras limitaciones, pero con nuestros valores. No nos comparamos con nadie. Recorremos nuestro propio camino y tratamos de llegar lo más lejos posible. Mientras aficionados, periodistas y dirigentes miren hacia otro lado, busquen excusas y traten de justificar sus errores echando la culpa a los demás, el futuro deparará pocas alegrías.
Por otro lado, en la crónica pospartido, pudimos leer lo siguiente: «Un gol fantasma en tierra de fantasmas. El bilbaíno es fanfarrón y ruidoso por naturaleza y el guipuzcoano, modesto y discreto. De ahí que el no gol de la Real fuera festejado con alborozo por la hinchada local y apenas protestas por parte visitante». Por tirar de tópicos, el cronista perdió una gran oportunidad de escribir algo inteligente como: «Un gol como una catedral». Cualquiera hubiera aplaudido su agudeza y elegancia. Por cierto, ya que echa mano de tópicos, nosotros recurriremos a la literatura. «El vizcaino es en palabras parco y en hechos largo», escribió hace ya muchos años un tal Cervantes. ¿Le suena?
Otro ejemplo. En un reportaje sobre la tenista tolosarra Lara Arruabarrena, el autor terminaba su trabajo con esta perla: «Si Lara fuese bilbaína, hablaríamos de espantada al otro lado de la A-8. Ella es más humilde». Lo cierto es que no llegamos a entender el sentido de la frase, que está totalmente fuera de lugar y que lo único que hace es reflejar la obsesión de dicho individuo para con sus vecinos. Simplemente le recordaremos que el vizcaino Alberto Berasategi es el mejor tenista vasco de todos los tiempos y está entre los 10 mejores de la historia del Estado español en número de torneos ganados. Que nosotros sepamos, ningún medio de Bizkaia ha escrito tales memeces. En fin, podríamos extendernos todo lo que quisiéramos porque algunos periodistas dan motivos para ello un día sí y otro también.
El día del derby asistimos al partido cuatro amigos guipuzcoanos: dos realistas y dos athleticzales. Vimos el partido juntos y tras acabar este, compartimos mesa y mantel con unos aficionados vizcainos entre continuas bromas y buen rollo, porque ante todo, y dejando a un lado provincianismos estériles, todos no sentimos vascos unidos por las mismas raíces, cosa que parece que a algunos les molesta, y dedican su tiempo a generar división con argumentos pueriles.