Mikel INSAUSTI

Hay películas que dan lugar a todo un fenómeno sociológico, y lo que han hecho Olivier Nakache y Eric Toledano con su exitosa comedia “Intocable” es avivar el interés por el verdadero protagonista de la historia cierta en la cual se han inspirado. Ya se ha editado el libro homónimo, que reúne los dos textos autobiográficos publicados por Philippe Pozzo Di Borgo con los títulos originales de “Le second souffle” y “Diable gardien”. No obstante, la primera fuente utilizada por la pareja de cineastas ha sido el mediometraje documental del 2003 “À la vie, à la mort”, realizado por Jean-Pierre Devillers e Isabelle Cottenceau. Es recomendable verlo para comparar al magnate de Champagne Pommery que quedó tetrapléjico y su cuidador Abdel Sellou con quines interpretan sus papeles en la pantalla, siendo François Cluzet el que más se ajusta al modelo de referencia. Lo mágico, y para eso está la historia del cine, es que el personaje extraído de la vida real coincide con el encarnado por Vittorio Gassman en la magistral ficción creada en 1.974 por Dino Risi para “Perfume de mujer”.

No basta con tener un buen tema entre manos, porque hay que saber estar a la altura para hacer honor al mismo. Olivier Nakache y Eric Toledano han debido esperar a su cuarto largometraje para sentirse suficientemente preparados y lograr la comedia perfecta, ya que no es fácil tratar con humor la problemática de la dependencia. Al abordar la complementariedad entre un rico burgués blanco y un inmigrante africano han potenciado, de paso, el mecanismo de los polos opuestos que se atraen entre si con los demostrables beneficios sociales de la multiculturalidad. Su aportación cinematográfica es mucho más que el simple relato de una amistad interracial, motivo por el que está más que justificado el temor ante el inevitable “remake” anglosajón, habida cuenta de la tendencia manifiesta en Hollywood a reducir el retrato de las parejas “café con leche” a un juego de contrastes antitéticos más o menos graciosos.