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Tras la conquista de Idleb, el Ejército sirio se lanza sobre Deraa

Tras tomar el control de Idleb, otro bastión insurgente en el noroeste de Siria, el Ejército del Bashar al-Assad ha centrado su ofensiva en Deraa, al sur. Avanza así sobre cada feudo de la rebelión, compuesta por desertores y peor armada, pero también cada vez más dividida políticamente. Ayer el Consejo Nacional Sirio, principal grupo en el exilio, vivió tres deserciones con fuertes críticas.

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GARA | DAMASCO

El régimen de Bashar al-Assad ha logrado el control total de Idleb, otro foco de la rebelión, situado en el noroeste de Siria, junto a la frontera con Turquía. De esta forma, el Gobierno de Al-Assad va haciendo valer su superioridad militar sobre los insurgentes y ha conseguido recuperar otro de sus bastiones , dos semanas después de hacerse con el barrio de Bab Amro en Homs, tras un mes de asedio y bombardeos.

«Desde ayer (por el martes) por la noche, no hay más combates en Idleb. El Ejército Libre Sirio (ELS) se ha retirado y el Ejército ha tomado al asalto toda la ciudad y lleva a cabo registros casa por casa», relató Nuredin al-Abdo, activista local, quien reconoció que «todo el mundo sabe que el ELS es incapaz de hacer frente al Ejército» y señaló que, mientras a Bab Amro llegaban gran cantidad de armas desde el vecino Líbano, en Idleb los insurgentes solo disponían de las que ellos mismos habían podido tomar. Añadió que «los habitantes que no han podido huir permanecen en sus casas y viven aterrorizados».

El número dos del ELS, Ammar al-Wawi, aseguró que las filas desertoras cuentan con 50.999 hombres frente a 300.000 soldados leales a Damasco y un millón de agentes de Inteligencia y milicianos.

Además, afirmó que Al-Assad «ha matado tanta gente que merece una muerte peor que la de Gadafi», en referencia al linchamiento del líder libio en octubre de 2011. Ahora las tropas sirias centran sus ataques en Deraa, en el sur del país, donde ayer murieron al menos 13 civiles y siete combatientes insurgentes, según la oposición, que aseguró que los numerosos heridos no pudieron ser evacuados por los disparos de los soldados.

Las autoridades sirias denunciaron la muerte de al menos quince personas, entre ellas una mujer y sus cuatro hijos, en el barrio de Karm al-Luz, en Homs, por ataques que atribuyó a «grupos terroristas armados».

Por su parte, los insurgentes aseguraron haber hallado otros catorce cuerpos mutilados o quemados en Karm al-Zeitun, también en Homs, el mismo en el que se encontraron 47 cadáveres de mujeres y niños.

Amnistía Internacional denunció que la «tortura sistemática» de los detenidos ha alcanzado un nivel no visto hace décadas.

El CNS se descompone

Además de la debilidad militar, la oposición muestra también su división política. Tres de los miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS), principal movimiento opositor en el exilio, han abandonado este organismo en las últimas horas. Haitham al-Maleh, Kamal al-Labwani y Catherine al-Talli anunciaron que lo dejaban por divergencias y la ineficacia del CNS.

Al-Labwani afirmó que no quieren «ser cómplices de la masacre del pueblo sirio a través de retrasos, marrullerías, mentiras, la provocación y la monopolización de las decisiones». Acusó al CNS de estar «ligado a las agendas extranjeras que buscan prolongar la batalla esperando una guerra civil». Al-Maleh aludió a la falta de armonía y trabajo institucional de la organización y Al-Telli denunció la ineficacia debida a «ciertas personalidades». El CNS está dirigido por Burhan Ghaliun, residente en el Estado francés, y las principales críticas que ha recibido se deben a su falta de coordinación con los insurgentes en el interior y el dominio de grupos islamistas, como los Hermanos Musulmanes.

En una conferencia celebrada el mes pasado en Turquía, Adnan Bakira, miembro de la organización Juventudes de la Siria del Mañana, aseguró que el CNS, e incluso la revuelta siria, ofrece una imagen cada vez más islamista. «Antes se gritaba en la calle `Siria unida', ahora lo que más se escucha son consignas religiosas», criticó.

Rusia muestra impaciencia por la lentitud de las reformas de Al-Assad

Rusia, hasta ahora apoyo de Siria ante la presión internacional, ha empezado a impacientarse. «Desgraciadamente, todos nuestros consejos no han sido puestos en práctica, ni mucho menos», lamentó el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, ante el Parlamento. Al-Assad «ha introducido buenas reformas que renuevan el sistema y lo abren al pluralismo, pero con un gran retraso», criticó. También observa lentitud en el establecimiento de un diálogo interno en el país y advirtió de que «esta inercia podría absorber finalmente a todo el mundo». Mientras tanto, el emisario de la ONU y la Liga Árabe para el conflicto sirio, Kofi Annan, ha recibido una respuesta «incompleta» a sus propuestas y ha pedido aclaraciones, según el portavoz de Annan, Ahmad Fawzi. Annan rendirá cuentas mañana ante el Consejo de Seguridad de la ONU de los primeros resultados de su misión. El portavoz del Ministerio sirio de Asuntos Exteriores, Jihad Makdessi, declaró que Siria ha respondido «con objetividad y está dispuesta a actuar de forma positiva si las otras partes muestran su buena voluntad». Diplomáticos occidentales adelantaron un rechazo a las ideas de Kofi Annan, mientras otros de Oriente Próximo creen que el régimen sirio «no ha dicho que no» pero «está discutiendo algunos puntos que no le convencen». El presidente de EEUU, Barack Obama, y el primer ministro británico, David Cameron, se mostraron de acuerdo en la necesidad de lograr una transición con la presión internacional, rechazando una intervención militar. «El objetivo ahora es tratar de alcanzar la transición, no fomentar la revolución», enfatizó Cameron. GARA

refugiados

El número de refugiados en Turquía había bajado a unos 8.000, pero el aumento de la ofensiva del Ejército sirio ha incrementado la llegada de huidos y Turquía prepara un nuevo campo con capacidad para 20.000 personas.

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