Raimundo Fitero
Espectáculo policial
La conexión en directo retransmitiendo las imágenes que el Estado francés autorizaba a emitir desde el barrio de Toulouse, forman parte del concepto actual del espectáculo televisivo policial. Para que nos entendamos, «El gato al agua» de la ultramontana Intereconomía, mantenía abierta una ventana y su conductor iba dando noticias reiterativas del asunto, y les servía a sus tertulianos para mantener sus teorías de la conspiración, de su paranoia y de su integrismo católico nacionalista español hasta las heces.
En otros servicios informativos de veinticuatro horas, era lógico que fueran conectando, pues informativamente era relevante, aunque no se hacían manifestaciones panfletarias racistas, y antiislamistas, como lo anteriormente señalado. Los silencios, las versiones, las especulaciones de la narración se fueron aumentando, hasta la resolución esperada: la muerte del supuesto autor. A la hora de escribir estas líneas, seguimos con la incertidumbre, la doble o triple versión, con imágenes y sonidos que nos colocan en una resolución audiovisual, sin matices, que a lo largo de las próximas horas o días, iremos recibiendo con cuentagotas informaciones interesadas para mantener la confusión.
Las declaraciones del fiscal general, de otros portavoces oficiosos y oficiales, que se convirtieron en traductores de los pensamientos del acorralado, más las constantes filtraciones interesadas a los medios de comunicación oficiales del Estado francés, nos han devuelto el gusto por los espectáculos militares, la exhibición de fuerzas policiales, una suerte de pasarela de medios, vestuarios, y armamento. Todo lo que nos han querido ir contando, estaba perfectamente guionizado. Quien quiera hacer la película de este evento violento, ya tiene todo bastante bien estructurado, yo diría que con un perfecto ritmo de exposición, nudo y desenlace. Han dejado colocados los tiempos y contradicciones, exaltación de los servicios de inteligencia, la biografía del sujeto a abatir bien recargada de rasgos tópicos, asimilables por la gran mayoría de esas clases medias creyentes en sus fuerzas del orden. Sigue el espectáculo y la campaña electoral.