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Mikel INSAUSTI | Crítico cinematográfico

La invasión roja

 

En 1984, el hoy olvidado John Milius especuló en su película de política-ficción “Amanecer rojo” con la posibilidad de una invasión comunista de los EE.UU. Una excusa como otra cualquiera, da igual que la amenaza provenga del otro lado del planeta o del espacio exterior, para sacar a relucir el espíritu patriótico de una potencia acostumbrada a plantar cara a los mayores desastres.

En la vida real, el mayor enemigo al que hoy se enfrenta la población yanqui es la crisis económica. Todo un reto para su espíritu de buenos emprendedores fieles hasta la muerte a las doctrinas neoliberales. Por eso no arrojan la toalla en ningún sector comercial venido a menos, tampoco en el del mercado videográfico. En el Estado español, en cambio, las cadenas de videoclubes echaron la persiana antes de tiempo.

Desde el otro lado del charco, el ejemplo de la empresa Redbox ha de servirles de escarmiento, porque están consiguiendo la recuperación del alquiler de películas con cifras mareantes.Los quioscos rojos están por todas partes; en total, deben ser unos 35.000. Teniendo en cuenta que cada uno de ellos puede almacenar cerca de mil títulos, a un precio de un dólar por día para el DVD y de dólar y medio para el Blue-Ray, generan una actividad de negocio impresionante.

El éxito se debe, además de al bajo precio, a que los cajeros rojos están en todas las esquinas y centros comerciales con la facilidad que conlleva para la adquisición inmediata del producto en moneda o tarjeta, y sin ser socio o pasar por las molestas suscripciones de los sistemas on line que han sobrevivido al cierre de Megaupload.

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