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Crónica | Donostia, las oficinas de empleo

Internet, alternativa para que los parados también hicieran huelga

Tener que sellar el paro en una jornada de huelga general por el empleo debe suponer un suplicio doble. La oficina del barrio donostiarra de Gros estaba abierta, pero con más de la mitad de la plantilla secundando la huelga. Pero pocos parados se acercaron allí ayer; internet les permitió también a ellos y ellas hacer huelga.

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Oihane LARRETXEA

Poca o escasa actividad en las oficinas que Lanbide tiene en la calle Marino Tabuyo del barrio donostiarra de Gros. El reloj apenas marca las 10.00, y lo que habitualmente es un constante ir y venir de repartidores y de gente apresurada dirigiéndose a sus respectivos trabajos daba paso a una calle desierta, muda.

GARA recorre la vía de arriba abajo. Todo cerrado... o nada abierto. En el número 14 un guarda de seguridad aguarda en una puerta blanca que se mimetiza con la fachada. Se trata de las oficinas donde las personas desempleadas sellan el paro «a la vieja usanza», es decir, en ventanilla. En la actualidad, ese pequeño pero ineludible trámite se puede realizar con un solo click. Ese detalle, sumado a la jornada de huelga, explica la calma de las oficinas.

El guarda de la entrada nos invita a pasar, pensando que pretendemos sellar la ficha. En el interior, aparte de los trabajadores, nadie más. Tras pedirnos una identificación, el director de la oficina recibe a GARA, aunque elude contestar a las preguntas, remitiéndonos al responsable de comunicación, David González. Antes de poder hacer una última pregunta, estamos de nuevo en la calle. Aguardamos en el exterior alrededor de media hora, pero resulta imposible captar testimonio alguno: no acude nadie.

González explica a este diario que las oficinas de Gros funcionan con normalidad, ya que no existen servicios mínimos. Pero lógicamente cada trabajador elige secundar o no la huelga. En esta jornada, de los 10 de los 19 empleados públicos no han ido a trabajar, es decir, más de la mitad se han sumado a la huelga general.

«Hoy en día sólo tienes que ir a la oficina para sellar el paro en persona si es la primera vez que lo haces. Por eso la actividad es escasa, porque la probabilidad de que alguien tenga que venir por primera vez y que sea además un día de huelga general es casi remota», razonó González.

Por eso, una vez que la persona tiene ya su ficha abierta, no es necesario que se acerque de nuevo hasta la ventanilla. Y lo evidente es que ayer se valieron de la red.

A las 11.00, en el barrio se siente ya algo más de movimiento, aunque este se concentra sobre todo en los parques infantiles, como el de la Plaza Catalunya o en el paseo marítimo de la Zurriola.

Los bares y los comercios mantienen sus persianas hasta abajo, al igual que los bancos y las cajas, pero no así sus cajeros automáticos, que siguen expulsando billetes por la ranura al cliente que así se lo pide. No obstante, resulta imposible gastar el dinero en ninguna parte. Ni siquiera en los «chinos» o en los bazares de todo a un euro que tanto proliferan en este barrio donostiarra.

Sí abre, o mejor dicho, entreabre la persiana metálica una pequeña librería. Con la luz interior apagada, vende periódicos y revistas de manera furtiva. Los clientes, como si sintieran que no deben entrar allí, miran a ambos lados antes de cruzar el umbral de la puerta. A la salida, otra mirada a cada lado con el ejemplar bajo el brazo.

No son los únicos que se hacen con algo fresco, del día. A juzgar por el blanco de su cabello, un hombre jubilado desde hace años lleva en la mano una barra de pan a la que ya le ha robado el «coscorro». El resto se conforma con el del día anterior.

En el centro de la ciudad, en el mercado de San Martín, alguno de los pocos puestos abiertos reconoce que no ha tomado la decisión correcta. Y es que «hoy no viene casi nadie»., admite una tendera.

 

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