Los cinco países emergentes reunidos ayer en Nueva Delhi apelaron al diálogo como herramienta para resolver la violencia en Siria y la crisis sobre el progama nuclear iraní. Los llamados BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- mostraron su profunda preocupación por la situación en Siria, al tiempo que pidieron «el cese de toda violencia y de las violaciones de derechos humanos».

«Lo mejor para el interés global sería afrontar la crisis con medios pacíficos que fomenten diálogos nacionales amplios», subrayó en la declaración final de su IV cumbre, en la que expresó su respaldo unánime a la misión encabezada por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan. «Estamos de acuerdo en que solo a través del diálogo lograremos encontrar una solución en Siria e Irán», resaltó a los medios el primer ministro indio, Manmohan Singh.

La cumbre llega en un momento delicado de las relaciones con Irán, porque Estados Unidos ha iniciado una política de sanciones económicas a la compra de petróleo iraní, ante la oposición de India y China, los principales compradores de crudo a ese país.

Los BRICS advirtieron que «no se debe permitir que la situación escale a un conflicto cuyas consecuencias desastrosas no irían en interés de nadie». «Irán tiene un papel crucial en el desarrollo pacífico de la región. Esperamos que Irán cumpla con su parte como miembro responsable de la comunidad global», manifestaron. Reconocieron que el país persa tiene «derecho a un uso pacífico de la energía atómica», aunque le pidieron que actúe de manera responsable. Una vez acabada la cumbre, la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, incidió en la apuesta de los BRICS por «una diplomacia preventiva para evitar conflictos armados y la pérdida de vidas humanas». Remarcó que su país está «en contra de cualquier escalada retórica que pueda llevar a la violencia».

Pese a que comparten diferentes perfiles e intereses, los BRICS aspiran a transformar su cada vez mayor influencia económica a nivel internacional en un mayor poder diplomático. «En el futuro, se tiene que convertir en una organización fuerte y poderosa», remarcó el presidente ruso, Dmitry Medvedev. Para su homólogo chino, Hu Jintao, «las diferencias de cada país deben ser vistas como una oportunidad para aprovechar las fortalezas de cada uno».