Crónica | Protesta en el estado español
El PP llena madrid de Policía frente a una huelga de piquetes
La asfixiante presencia policial marcó la huelga general en la capital del Estado español. Los piquetes juveniles fueron las principales víctimas, aunque no las únicas. Cerca de 40 personas fueron detenidas en una jornada protagonizada también por los piquetes.
Alberto PRADILLA
«No había visto Policía a caballo desde finales de los años 70». Paco García, sindicalista de CCOO, expresaba su sorpresa ante el fuerte cordón impuesto por los agentes en las cocheras de Elipa, uno de los puntos de arranque del transporte público en Madrid. Eran las 04.00 y varias decenas de uniformados rodeaban al piquete, formado por medio millar de personas y obligado a permanecer lejos de la puerta de acceso. De ahí salen los servicios mínimos, pactados con las centrales, pero la asfixiante presencia policial no daba espacio más que para lanzar algunas consignas. Un pequeño grupo de manifestantes, todos ellos ajenos a los principales sindicatos, trataban de cerrar el paso al bus. La carretera, una línea recta en paralelo al cementerio de la Almudena, se convertía en el escenario de un juego del ratón y el gato que los uniformados cerraban a empujones y amenazas.
Escenas similares se repetían en Fuencarral, con dos personas detenidas, y Carabanchel, donde varios jóvenes eran agredidos y amenazados por los policías. El fuerte despliegue policial simbolizó ayer el pulso lanzado por el Gobierno español a las miles de personas que secundaron la protesta. Los piquetes, muy activos y que según CCOO y UGT, llegaron a sumar a 30.000 participantes, conformaron la otra cara de la moneda de una larga jornada. El mensaje estaba claro: dentro de las convocatorias sindicales no había tanto peligro. Fuera, los riesgos de sufrir una carga o ser detenido se multiplicaban.
«Nos separamos de los sindicatos mayoritarios y nos golpean», protestaba uno de los integrantes de un piquete juvenil que no quiso identificarse pero que venía de sufrir una fuerte carga policial en Lavapiés que se saldó con tres arrestados. Eran las 8 de la mañana. Aunque la jornada era larga. «Tienen orden de cargar y en muchas ocasiones es inevitable», consideraba Óscar, un miembro de UGT, interrogado ante las repetidas agresiones a jóvenes.
Helicóptero y patrullas
«La reforma laboral es perjudicial para la gran mayoría. No se puede perder todo sin salir a la calle». Guillermo Errejón, estudiante de Sociología, se expresaba así cuando únicamente pasaba un cuarto de hora de la medianoche. Para entonces, el piquete de la «juventud precaria», con unos 800 intengrantes, ya cortaba parte de la calle Atocha. «Mola, mola, mola, cerramos el McDonalds», coreaban mientras recordaban a quienes todavía se encontraban en el interior de la franquicia que tocaba estar en la calle. Desde ese momento, el sonido del helicóptero policial se convirtió en compañía inseparable. También decenas de patrullas dispersadas por toda la ciudad.
Aunque no todos los jóvenes secundaron las protestas. «Yo solo salgo a la calle el día que gana la selección española», señalaba ufano un postadolescente que esperaba en la cola de una discoteca ubicada en la Gran Vía. El piquete, enarbolando banderas y haciendo sonar sus bocinas, había rodeado a la quincena de clientes que aguardaban tras un cordón de seguridad privada. Un pequeño rifirrafe y, en menos de cinco segundos, un fuerte cordón de antidisturbios, apoyados por agentes municipales, forzaba al grupo a acelerar el paso hacia Cibeles. Eran las o2.00 y ya se había producido la primera carga. Aproximadamente media hora antes, en la plaza de Santa Ana (apenas a cinco minutos de la puerta del Sol), unidades antidisturbios golpeaban a un grupo de unas 300 personas que trataban de convencer a los hosteleros de que cerrar era la mejor opción. Al menos una persona fue detenida. El barrio de Lavapiés también registró cargas.
Con cámaras, menos golpes
Tras el piquete madrugador y los cierres de cocheras, los grupos se dispersaron por el centro. Allí, los ánimos de los agentes comenzaron a subir de tono. Y casi provocan una tragedia. Testigos indicaron que un vehículo policial que circulaba a gran velocidad por Lavapiés, y que perseguía a un piquete por colocar una barricada, terminó estampándose contra otro coche y arrollando a varios viandantes. El resultado: seis heridos. Eran las 8 de la mañana.
A partir de las 11.00, los piquetes iniciaron su momento mediático, concentrados en torno a Sol e inciando el camino hacia Cibeles, donde se cerraron las marchas matutinas. Para entonces, las cámaras ejercían de barrera sicológica para los desmanes policiales.
Por la tarde, miles de personas colapsaron Madrid en la marcha de CCOO y UGT, así como en otras manifestaciones llamadas por otros sindicatos.
La manifestación convocada a la tarde por sindicatos alternativos, asambleas de barrio y asociaciones de base ni siquiera pudo salir de plaza Catalunya debido a la actuación de los Mossos d'Esquadra, que cargaron con pelotas de goma y gases lacrimógenos.
La huelga, que tuvo un seguimiento del 82% según los sindicatos y de entre el 23% en Industria y el 15% en Servicios según el Govern, paralizó buena parte de la actividad en centros neurálgicos como Mercabarna, la Seat, el puerto y el aeropuerto.