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Al Sahwa ante el nuevo despertar

Antiguos luchadores contra la ocupación, reconvertidos en mano derecha de Washington en las regiones suníes, las milicias de Al Sahwa están en la situación más delicada desde su fundación allá por el 2005. La retirada de EEUU ha dejado desamparados a sus reconvertidos combatientes locales. Milicianos armados sin paga siguen patrullando las calles, convirtiéndose en una bomba de relojería que nadie sabe cuándo ni cómo explotará.

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Andoni BERRIOTXOA desde BAGDAD

Como desesperada e insostenible se podría calificar la situación de los miembros de los «Hijos de Irak». Las milicias que ayudaron a los ocupantes a echar de la zona a miembros de Al Qaeda reclaman lo prometido. «Los Hijos de Irak» fueron creados allá por el año 2005, tras las negociaciones de los líderes tribales con el Ejército de EEUU. Los antiguos enemigos se dieron la mano en Amman en respuesta a la campaña de atentados de Al Qaeda contra la población civil. Visto que los yihadistas mataban a líderes tribales, profesores, médicos... los jeques de la zona decidieron unirse a las fuerzas invasoras. Se creó así Al Sahwah, Consejo del Despertar en árabe, agrupación de líderes tribales suníes para combatir a Al Qaeda. Prometieron un sueldo y armamento a quienes se unieran a combatir a los wahabitas. La cosa funcionó, muchos incluso cambiaron de bando, y Al Qaeda prácticamente desapareció de las calles de las regiones suníes.

Tras la marcha de las tropas ocupantes, el dinero prometido ya no llega. «Llevo tres meses sin cobrar. Hace unas semanas se me rompió el uniforme que utilizaba y no tengo dinero para comprar otro» exclama Saif Ahmed. Ataviado con un chándal harapiento y sandalias, Saif sostiene su AK-47 en un checkpoint del interior de Samarra. La famosa ciudad del minarete helicoidal está controlada por agentes de Al Sahwa. Con innumerables puestos de control de carretera, la ciudad da una apariencia de seguridad.

Pero esa seguridad queda en entredicho cuando uno pregunta por el motivo de un póster con un retrato que se alza en una intersección. «Es Omar Nasaif Jassim, miliciano de Al Sahwa. Fue muerto supuestamente por Al Qaeda en enero en mitad de la calle», asegura Mohamed, dueño de un restaurante de la zona.

En otro checkpoint - puesto de control- las declaraciones de los guardias no difieren mucho del anterior. «Si no cobro en una semana, abandonaré el puesto de control y buscaré otro trabajo, quizás en la construcción o en la limpieza» declara Munaf. «Muchos de mis compañeros no abandonan su puesto de trabajo, porque tampoco hay perspectivas de un trabajo, pero para mí la situación es insostenible» añade enfadado el guardia.

El Gobierno prometió integrar a una cuarta parte de los milicianos en las FSI -Fuerzas de Seguridad Iraquíes- en el plazo de un año; sin embargo las cosas no están saliendo según lo planeado. Saad Al Mutallibi, del partido en el poder Alianza Nacional, aclara que «está habiendo muchas dificultades a la hora de reinsertarlos en las FSI como se les prometió. Los americanos tardaron mucho en darnos la base de datos de los integrantes de los «Hijos de Irak». En las investigaciones encontramos a muchos menores, otros muchos ancianos y gente que no tenía experiencia como para poder trabajar en las FSI. Había incluso gente que tenía delitos de sangre».

Sin embargo son muchos los que denuncian trabas para poder integrarse en las FSI por su condición de suníes. «El proceso será lento y complicado. Pero no podemos dejar de investigar a los nombres que nos han dado los estadounidenses en su base de datos. No podemos meter a todo aquel que integre dichas milicias», añade Saad Al Mutallibi.

«De un total de 100.000 soldados, a mi cargo tengo 2.000. Ya no sé que decirles cuando me preguntan a ver cuándo podrán cobrar. Muchas familias dependen de los sueldos de mis soldados» dice con clara expresión de desesperación Abu Youssef, jefe de las milicias en Samarra.

Sin embargo, cuando uno se atreve a perderse por las calles de la ciudad y preguntar a sus pobladores, las opiniones se diversifican. «¿Usted cree que uno debería jugarse la vida sin recibir nada a cambio como hacen estos hombres? Los matan por cumplir con su trabajo y no reciben nada a cambio» declara Said Mustafa. «Eso les pasa por unirse a las fuerzas invasoras. Se pasaron por dinero al otro bando y ahora les dejan abandonados, como hacen siempre los americanos en todos los sitios a donde van» relata Saad en su puesto callejero de chucherías.

El futuro ya no es lo que era

La delicada situación que es tener a casi 100.000 milicianos armados y entrenados que no cobran sueldo controlando las calles es preocupante. Hay algunos que incluso alertan de que podían volver a engrosar las filas de los wahabitas iraquíes, ya que estos sí pagan. Mientras tanto, la mecha que puede encender la bomba sigue avanzando. El dinero no llega y las perspectivas laborales en la zona son escasas si uno deja de ser un miliciano. El miedo de que la inseguridad vuelva a las calles está latente día a día. Si el Gobierno no acelera el proceso de integración de los milicianos de Al Sahwa en las fuerzas de seguridad la bomba estallará. Aunque nadie sabe para qué lado. El Gobierno de Al-Maliki tiene la pelota en su tejado. Si no cumple la promesa de reinserción, el quebradero de cabeza se convertirá en pesadilla. La pesadilla de una zona hostil al Gobierno que pide la autonomía como Estado suní.

 
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