La decisión argentina de renacionalizar la petrolera YPF, filial de la española Repsol, seguía ayer ocupando primeras páginas y haciendo correr ríos de tinta, aunque algunos de esos ríos lo eran de mala baba.

«Abc», que en portada recogía la decepción del ministro español de Exteriores por la tibia respuesta de Estados Unidos a la decisión de Argentina, en su Enfoque recogía las «advertencias del Gobierno español». A Argentina, claro. Bajo el título «Perjuicio `irreparable' para los argentinos», como si fuese la suerte de las argentinas y argentinos lo que en realidad preocupa al Gobierno y a «Abc», comenzaba: «Más expectación era difícil concitar. Habría que remontarse a la crisis del islote de Perejil para encontrar un contencioso similar y por eso todos los presentes, muchos, escucharon muy atentos las palabras del ministro de Asuntos Exteriores». Ah, se trataba de ese ministro, menos mal, porque una ya se estaba imaginando a media docena de legionarios con la cabra al frente rumbo a Argentina. Y ofrecía el diagnóstico del ministro: «En un mundo globalizado en el que el ahorro y la inversión `se desplazan tocando la tecla de un ordenador', perder la confianza de los mercados, subrayó el ministro, puede causar un perjuicio `irreparable', no a Repsol, sino a los argentinos». Ya, y lo dice un ministro de un Estado que cuenta con la confianza ciega de los mercados, ¿no? Pero, con todo el dolor de su alma, puntualizaba «Abc»: «Sin embargo, de entre todas las teclas que se esperaba sancionasen el expolio ordenado por la populista presidenta argentina, la del ordenador de Washington no se movió». Resulta que el Gobierno español no había reparado en la foto de Barack Obama cogiendo la mano de Cristina Fernández de Kirchner en la pasada cumbre de las Américas».

En fin, de momento el Gobierno español no cuentan con el apoyo incondicional de EEUU, pero sí con el de Alfonso Ussía, que, en «La Razón», arremetía contra la presidenta argentina. Servidora creía que, este sí, se apuntaba a la incursión con la cabra, pero no. Proponía adquirir carne y soja brasileñas, «más baratas y de la misma calidad». Y es que, decía, «No sirven los gestos duros si las consecuencias no se hacen notar. España ha sido robada por el peronismo, tan ladrón como siempre. Sacarán más de la mitad del dinero de Argentina. Y a disfrutar». Como siempre, aportando argumentos irrefutables.