En palabras del consejero de Economía del Ejecutivo navarro, Álvaro Miranda, «España está en llamas»; y como arda, «no pensemos que cerrando la puerta no nos va a pillar el incendio, porque estamos en un edificio de 17 pisos». Con este argumento justificó la necesidad de aplicar a pie juntillas en Nafarroa los draconianos recortes del Gobierno de Madrid, el voto afirmativo de su partido, UPN, a los Presupuestos Generales del Estado. Y ello, un día antes de que el Parlamento de Nafarroa -con los votos de su socio PSN- rechazase dichos presupuestos dejando en una reveladora posición de minoría y aislamiento a su Gobierno.

Que la situación económica española arda no es una sorpresa. La prensa internacional utiliza calificativos más duros. Pero lo que resulta llamativo, y totalmente reprobable, es la negación de Iruñea de ejercer sus propias competencias para no aplicar unas recetas que han demostrado que generan más paro y un mayor empobrecimiento de la sociedad. Que cercenan la ya de por sí muy limitada capacidad de autogobierno y que condenan a la economía navarra a una situación de zozobra. El nuevo paquete de recortes llega ahora a Sanidad y Educación, consejerías en su poder, y van a copiar como dóciles corderos el dictado de Madrid. Una política sumisa y suicida que no le saldrá a coste cero, pero que a los navarros les va a salir muchísimo más caro.