ELECCIONES LEGISLATIVAS EN GRECIA
El desgobierno griego abona el crecimiento de la extrema derecha
En plena campaña en Grecia, la inmigración se ha convertido en una cuestión candente, pero únicamente como reclamo electoralista para tratar de captar votos entre los ciudadanos más desideologizados y atemorizados por las consecuencias de la profunda crisis que atraviesa el país.
Antonio CUESTA
El Gobierno se ha apuntado al discurso populista, incursionando por el campo de la xenofobia, mediante los mensajes del ministro de Protección Ciudadana, el socialista Mijalis Jrisojoidis, que igual propone «limpiar Atenas» de la inmigración, que tilda a esta de «bomba de relojería para la salud pública», cuando no acusa directamente a los extranjeros de delincuentes.
En algunos barrios de la capital, donde la población inmigrante es muy numerosa y las condiciones de vida cada vez más duras, han comenzado a proliferar grupos fascistas que se ofrecen a los vecinos para tareas de protección, al tiempo que mantienen atemorizados a los inmigrantes a los que se acusa de robar y traficar con droga.
«Al amparo de la crisis, y aprovechando las tensiones sociales, la extrema derecha está introduciendo sus proclamas racistas que calan en un buen número de personas», explica Jristos Plumidis, vecino del barrio de Agios Pantelimonas. «Pero hay demasiado cinismo e hipocresía, pues muchos de los que se quejan por la presencia de inmigrantes -añade-, les alquilan pisos pequeños y en mal estado donde viven hacinados».
Agios Pantelimonas es, precisamente, uno de los baluartes del partido fascista Jrisi Avgi (Amanecer Dorado), al que los sondeos de opinión conceden un preocupante incremento en su intención de voto lo que podría permitirle superar el umbral del 3% necesario para entrar en el Parlamento. Su presencia en la zona es palpable: pintadas, carteles, pegatinas... Pero también lo es su respaldo social. En declaraciones realizadas a Efe, Ilyas Panayotaros, portavoz y candidato a diputado por este partido, aseguró que sus militantes «partici- pan junto a otros ciudadanos en los grupos de autodefensa. (los inmigrantes) Nos han invadido y nos quitan los trabajos. Si conseguimos el poder, deportaremos a todos inmediatamente y sellaremos de nuevo las fronteras con minas, vallas eléctricas y más guardias».
El 17 de marzo un fuerte contingente policial impidió que unos 2.000 manifestantes, convocados por organizaciones antifascistas y de derechos humanos, llegarán hasta la plaza del barrio. Allí unos 50 miembros de Jrisi Avgi , junto a algunos vecinos los esperaban mientras otro pequeño grupo patrullaba las calles.
Renacer del fascismo
Fundado en 1993 por el ex oficial de las unidades especiales del Ejército Nikolaos Mijaloliakos, Jrisi Avgi mantiene vínculos con otros movimientos neonazis a nivel europeo y, según las denuncias de varios diarios y diputados griegos, con elementos de la Junta Militar depuesta en 1974 e incluso con grupos dentro de la actual Policía. Mijaloliakos, condenado a un año de prisión por tenencia ilegal de armas y explosivos en 1979, tiene además vínculos familiares en la cúpula del Ejército y en la judicatura y es concejal del Consejo Municipal de Atenas, tras las elecciones locales de 2010.
El partido, que se define como nacionalsocialista y defiende la supremacía de la raza blanca y de la nación griega, «cuenta con una fuerte presencia en el seno del cuerpo de la Policía -señala a GARA el jurista Yiannis Rachiotis-, que es en la actualidad una institución más fuerte y numerosa que el Ejército». Según los datos facilitados por este abogado, el ratio de policías por cada 100.000 habitantes sería en estos momentos de 1.000, una cifra muy alta que se ha doblado desde 2009 y que triplica a la media de la Unión Europea. «Muchos mandos del Ejército fueron juzgados tras la dictadura de la Junta Militar y por ello perdió gran parte de su poder, pero la Policía nunca fue depurada y ha llegado a convertirse en un peligroso reducto de la extrema derecha», advierte Rachiotis.
Hasta ahora el apoyo electoral recibido por Jrisi Avgi había sido mínimo: 23.500 votos en las elecciones europeas de 2009 (un 0,46%) y algo más de 19.000 en las generales del mismo año (0,29%). Pero en las municipales de 2010 llegó a obtener un 5,29% de los sufragios en Atenas y de cara a las legislativas del próximo domingo, 6 de mayo, podrían hacerse con una decena de escaños en el Parlamento.
Un expediente de violencia
El partido cuenta con un negro historial, iniciado por algunos de sus militantes en la guerra de Bosnia-Herzegovina donde participaron en la matanza de 8.000 bosnios musulmanes según denunció el diario «Eleftherotipia» en marzo de 2011. Además, han sido numerosas las detenciones de sus miembros por agresiones a inmigrantes, izquierdistas y los intentos de asesinato de un profesor universitario y dos estudiantes. En muchos casos se ha documentado la participación de policías de paisano en sus batidas racistas, así como la permisividad de los tribunales a la hora de juzgar.
El endurecimiento de las políticas neoliberales impuestas desde Bruselas no solo ha empeorado las condiciones de vida de todos los ciudadanos, sino que ha favorecido el auge de organizaciones fascistas y, consecuentemente, el aumento de las agresiones racistas. De acuerdo con el estudio realizado durante tres meses en el centro de Atenas por el Comité de Derechos Humanos de Grecia, el ACNUR y más de una docena de organizaciones sociales, los ataques violentos contra inmigrantes provienen en su inmensa mayoría de bandas organizadas y no de individuos aislados.
De los 63 incidentes documentados entre octubre y diciembre del pasado año, 51 fueron realizados por grupos de asaltantes. De ellos, en 18 casos los agresores fueron identificados como miembros de la organización de extrema derecha y en otros 18 las víctimas denunciaron haber sido atacadas por policías. Un total de 43 personas sufrieron heridas, 10 de las cuales tuvieron que ser hospitalizadas.
Los incidentes se registraron en las zonas del centro de Agios Pantelimonas, Omonia y la Plaza de Attikis. Las áreas donde más sube el apoyo a Jrysi Avgi.
Campos de concentración
En el terreno electoral, quien más parece estar sufriendo este acoso es la formación ultranacionalista Alerta Popular Ortodoxa (LAOS) de Yorgos Karatzaferis. De tener 15 diputados y haber formado parte de la coalición de Gobierno, podría quedar fuera del Parlamento tras las próximas elecciones.
Desde sus inicios en 2000, LAOS fue el referente de la extrema derecha y el sentimiento nacionalista más reaccionario. Con el tiempo, Karatzaferis ha ido moderando y adecuando su discurso populista a la consecución de objetivos electorales. En este sentido, su abandono del Gobierno, para tratar de frenar la caída que le auguraban los sondeos, no ha servido para mejorar el sombrío futuro que parece aguardarle. Tampoco su propuesta contra la inmigración, basada en la salida de Grecia de la zona Schengen y la entrega de documentos de viaje a los extranjeros «sin papeles» para que puedan ir a los países más ricos de la UE.
A su vez, los partidos que componen la coalición de Gobierno están tratando de recabar votos a su derecha, en vista de la sangría que ee avizora por su flanco izquierdo. Su plan contra la inmigración se centra en la creación, en los próximos dos años, de 30 centros de detención para inmigrantes, como paso previo a su deportación. El ya citado ministro de Protección Ciudadana, Mijalis Jrisojoidis, consideró hace unos días que, de ese modo, demostraban «no estar dando falsas promesas a las comunidades locales y que vamos a resolver el problema de la inmigración», afirmando ante los gobernadores de nueve regiones del país, a los que pidió su colaboración, que debían unirse para hacer frente a lo que describió como «un problema nacional». Las autoridades locales, sin embargo, se mostraron reacias a que esos campos de prisioneros sean ubicados en sus territorios y en algunos municipios ya han tenido lugar serias protestas de rechazo a tal pretensión.
El anuncio tampoco convenció ni a los partidos de extrema derecha ni a los de izquierda. Un comunicado realizado por el Partido Comunista de Grecia (KKE) calificaba estos centros como «campos de concentración para inmigrantes» y denunciaba que la iniciativa gubernamental forma parte «de la ofensiva implacable más general contra los derechos de los trabajadores griegos y extranjeros» para, de ese modo, «acabar con las manifestaciones y las movilizaciones del movimiento popular». Incluso el semanario liberal «Athens News» advertía de que, si bien el plan constituye «una advertencia razonable» para mantener a los inmigrantes lejos de las áreas donde tendrían lugar las redadas, estas no constituían ninguna evidencia de lo que debía ser «una política racional e integral sobre la inmigración».
Por su parte, ONG como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han denunciado en repetidas ocasiones las condiciones «infrahumanas» en que se interna a los inmigrantes en Grecia. El KKE rechaza el encarcelamiento masivo de personas «bajo condiciones de vida inaceptables e insoportables, durante un período máximo de 18 meses, a pesar de que la mayoría de ellos quieren ir a otros estados de la UE pero permenecen atrapados en Grecia debido al Acuerdo de Schengen y al Reglamento Dublín II». Se calcula que existe algo más de un millón de personas en situación irregular viviendo en el país.
Arrestos masivos
Poco después del anuncio ministerial, se pusieron en marcha redadas raciales a gran escala en el centro de Atenas, llevadas a cabo por una unidad especial de reciente creación compuesta por 200 agentes, a los que se unirán otro millar de uniformados.
Los primeros tres días la Policía realizó unas 2.000 detenciones, que contribuyeron a aglomerar los ya masificados -y escasos- centros de detención, y de los que periódicamente se les deja salir con una orden de dejar el país por sus propios medios.