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Chico de suburbio

Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

La primera obra maestra de John Boorman -la siguiente sería «Excalibur»(1981)- fue «Deliverance» (1971), compleja, abierta, inclasificable, una intensa plasmación del miedo que somos capaces de sentir por todo aquello que desconocemos y nos inquieta. Para Boorman la violencia es uno de los elementos principales del cine: «Vivimos en un mundo violento, siempre lo ha sido, y de hecho cualquier cambio implica ya una cierta dosis de violencia». Una violencia que no dudó en plasmar cuando filmó por primera vez una secuencia en la que se mostraba cómo violaban a un hombre. Nacido en Shepperton, comenzó trabajando como periodista para después afianzarse en la BBC. Atraído por su trabajo, el productor David Deustch le ofreció dirigir «Catch if you can», una cinta que le abrió camino. Allí un joven Richard Stark daría notoriedad a «Point Blank», su primer largometraje en EEUU. Apoyado por Lee Marvin y junto con el gran Toshio Mifune rodaría «Infierno en el pacifico». De vuelta a su tierra, iniciaría una nueva etapa en la que, guiado por su admiración a Fellini y junto a Marcelo Mastroniani ganaría la Palma de Oro en Cannes con «Leo el último». Luego llegaría «Deliverance», su primer éxito en taquilla. Más tarde «Zardoz», «El exorcista II» y «Excalibur», una de las mejores versiones cinematográficas de las leyendas artúricas. Boorman ha continuado haciendo cine, al margen de la industria pero no demasiado lejos. «Esperanza y gloria», «La selva esmeralda» o «El General» son obras posteriores a «Excalibur», una cinta que merece la pena revisitar y filmada por un director que ve la vida como la aventura de un chico de los suburbios.

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