Las políticas neoliberales hicieron desaparecer la clase obrera de base, creando una clase media «temporal» que ha ido creciendo en los últimos años en nombre del Estado de Bienestar. Elevados niveles de vida que han arrastrado a la mayoría, por no decir toda, la ciudadanía hacia un barranco en cuyo abismo nos hemos venido columpiando, y del que ahora descendemos en caída libre. Pocos hacían presagiar hace no mucho tiempo un colapso económico de tal enver- gadura que ha terminado por reventar en nuestra cara.

Parece que el descenso será escalonado; o así lo augura el presidente español, Mariano Rajoy, que convertirá cada viernes en «el día de las hostias». Recibiremos y recibiremos, y seguiremos recibiendo siempre y cuando no aflore la capacidad de construir una alternativa a una situación económica, social y política que, a pesar de su gravedad y complicación, viene abriendo una nueva posibilidad a aquellos que nos sentimos extranjeros en el Estado español.

La nueva propuesta socioeconómica presentada ayer por la izquierda abertzale, EA, Aralar y Alternatiba podría ser quizás la última cuerda que nos salve del batacazo y evite que tengamos que avistar el barranco con la nuca pegada a la espalda. Una solución que, además de suponer una salvación económica, podría convertirse en el motor hacia un nuevo escenario soberano y con un sistema de desarrollo propio. Habida cuenta de la actual situación que aprieta y ahoga a la emergente «pobreza» surgida tras el reventón del sistema neoliberal, ¿hasta cuándo claudicaremos con aquellos que a golpe de decreto intentan nivelarse con una Europa que quizás les ha quedado un poco grande?

El nuevo escenario político nos llenó de aire los pulmones hace unos meses, y dejó que nuestra imaginación viajase hacia un futuro sin apenas ataduras tras la declaración histórica de ETA. Y pienso. ¿Si somos testigos de tiempos de cambio, para cuándo el salto definitivo al otro lado del barranco?