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Perfil | Tomas Borge

Fundador del FSLN y fiel a su trayectoria hasta la muerte

Con la muerte de Tomás Borge, el Frente Sandinista pierde al último de los comandantes que fundó el movimiento allá por 1961. Convencido marxista, le tocó liderar la lucha contra la Contra, lo que le valió aureola de duro. En su última etapa, fue ariete contra los disidentes en el seno del sandinismo.

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Tomás Borge Martínez, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, falleció el lunes en el Hospital militar Alejandro Dávila Bolaños de Managua por una grave afección pulmonar que lo mantenía hospitalizado desde el pasado 6 de abril.

Nació en la provincia norteña de Matagalpa un 13 de agosto hace 81 años, el mismo día en que años antes vino al mundo su adorado líder cubano, Fidel Castro, coincidencia de la que se mostraba orgulloso. Criado en el seno de una familia pobre, abandonó sus estudios para dedicar su vida a luchar contra la brutal dinastía de los Somoza que, con el apoyo de EEUU, gobernó Nicaragua como si fuera una finca propia desde 1937 hasta su derrocamiento en 1979.

En setiembre de 1956 fue encarcelado por primera vez tras la muerte en atentado del dictador Anastasio Somoza, que sería relevado por su hijo.

En 1958 entró en contacto con los grupos que apostaban por derrocar con las armas al régimen y al año siguiente, ya en La Habana, fue uno de los estudiantes que fraguaron el movimiento que en julio de 1961 nació oficialmente como FSLN, del que fue uno de sus fundadores junto a Carlos Fonseca Amador y Silvio Mayorga Delgado. Tomaron para ello como ejemplo al luchador anticolonial y padre de la patria Augusto César Sandino, muerto en 1934 por orden de Somoza. Después de vivir en el exilio en varios países centroamericanos, Borge regresó a Nicaragua mediados los setenta.

Volvió a ser detenido por segunda vez en 1977 y fue enccarcelado en la prisión de Tipitapa.

Fue precisamente el plan para liberarle lo que llevó en 1978 a los sandinistas a una de las acciones más famosa y temeraria de la guerrilla: el asalto al Palacio Nacional y la toma de los diputados como rehenes.

La acción, en agosto de aquel año, aceleró la ofensiva guerrillera sandinista que había recibido asimismo un importante impulso tras la muerte en atentado del periodista opositor Joaquín Chamorro, masacrado por sicarios somocistas.

Tras el triunfo de la Revolución, en 1979, y como miembro de la dirección nacional del Frente, fue nombrado ministro de Interior, cargo que desempeñó hasta la derrota electoral del sandinismo, diez años después.

Desde su cargo, tuvo que lidiar con la contrarrevolución auspiciada por EEUU, lo que le valió fama de duro. Lo que contrasta con su participación en el proceso de negociación que puso fin a la instrumentación por parte de la contra de las reivindicaciones de los miskitos.

Marxista convencido, se mantuvo fiel al Frente y a su líder, Daniel Ortega, y con su buena pluma -recibió el premo Casa de las Américas por uno de sus libros- desenmascaró a los disidentes autoproclamados como Renovación Sandinista.

Todos, desde el Ejecutivo sandinista hasta los disidentes pasando por el excomandante que llegó a colaborar con la contra, Edén Pastora, glosaron su figura. El Gobierno decretó tres días de duelo nacional e informó de que los restos de Borge, serán sepultados al lado del histórico líder de la revolución sandinista, Carlos Fonseca, en la Plaza de la Revolución en Managua, cerca del Lago Xolotlán.

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