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Atentado contra los observadores de la ONU en Deraa, bastión de la revuelta

La explosión de una bomba al paso del convoy de los observadores de la ONU en Deraa, bastión de la revuelta contra el régimen de Bashar Al-Assad, dejó seis soldados sirios heridos. El CNS, que tachó a los observadores de «falsos testigos», acusó a Damasco del ataque.

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GARA | DAMASCO

Los observadores de la ONU desplegados en Siria para supervisar el alto el fuego continuamente incumplido fueron atacados ayer por primera vez. Una bomba explotó a la entrada de la ciudad de Deraa, bastión rebelde donde comenzó la revuelta contra el régimen de Bashar al-Assad en marzo de 2011, al paso del convoy que trasladaba a los observadores, entre quienes viajaba su jefe, el general noruego Robert Mood, sin que ninguno de ellos resultara herido. La explosión hirió a seis soldados sirios.

Un fotógrafo de AFP, testigo de lo ocurrido, informó de que la deflagración se produjo justo tras el paso de los cuatro vehículos de la ONU, detrás de los cuales iban los del Ejército sirio y los de los periodistas, que «saltaron por los aires».

El general Mood aseguró que el ataque es «un ejemplo de lo que está sufriendo el pueblo sirio a diario» e insistió en la necesidad de que «todas las formas de violencia terminen».

El opositor Consejo Nacional Sirio (CNS) responsabilizó del atentado al régimen, al que acusó de pretender sabotear la misión de Naciones Unidas que quiere poner fin a casi 14 meses de violencia, y destacó las «buenas relaciones» entre los rebeldes y los observadores. Sin embargo, los grupos opositores critican que la misión no ha servido para detener el derramamiento de sangre y el comandante en jefe del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS), el coronel Riad al-Asaad, dijo que los observadores «se han convertido en testigos falsos».

El ataque se produjo al día siguiente de que el enviado especial, Kofi Annan, advirtiera del riesgo de que estalle una guerra civil «total» en el caso de que continúen las violaciones de su plan de paz y reiterara que una misión de supervisión es «la única posibilidad que queda para estabilizar el país».

Una estabilidad lejana, ya que ayer continuaron los bombardeos y el goteo de muertos en el país. Según la oposición, al menos siete milicianos leales a Al-Assad murieron en un ataque rebelde con lanzagranadas contra un autobús lleno de paramilitares en uno de los límites de Irbin, un suburbio de Damasco. Las mismas fuentes informaron de bombardeos por parte del Ejército en el barrio capitalino de Duma y de la muerte de un civil cerca de Jisr al-Chughur (Idleb), junto la frontera con Turquía. Además, dos miembros de las fuerzas de seguridad fallecieron en Deir Ezzor, al menos un soldado cayó en los combates en Maarata, también en Idleb, y en Alepo resultó muerto un miliciano leal al régimen.

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