No hace ni un año que en la eterna pugna entre Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre, el entonces alcalde de Madrid era tachado de asqueroso rojo infiltrado en las filas del PP. Todos los medios de la caverna coincidían en destacar los valores liberales y de derecha democrática de Espe, la auténtica lideresa, que lo mismo sale viva de un accidente de helicóptero y se monta en otro, que escapa de un bombardeo con vuelo expres de regreso o supera su grave enfermedad sin apenas estar de baja.

Frente a tanta virtud patria, Gallardón, el melifluo, no era mas que el maricomplejines, malgastador en obras faraónicas y, lo peor, agente del rojerío disfrazado de lagarterana.

Pero, hete aquí, que desde que Alberto pilló cacho en el gobierno del silente Mariano, no ha dejado de dar alegrías a sus otrora detractores. Desde el Ministerio de Justicia se ha lanzado a una carrera desenfrenada de gobernar a golpe de titular.

Primero se echó a la piscina con el aborto. Propuso cambiar la legislación para evitar la violencia de genero estructural que obliga a abortar a muchas mujeres y que viola su derecho a ser madres. Es posible que eso ocurra en su casa o en la de sus amigotes, pero a pie de calle lo frecuente es que se obligue a la chica a casarse para lavar el honor de la familia.

Esta gente quiere convencernos de que vivimos en un mundo al revés, en el que nos joden cada viernes de dolores, pero siempre por nuestro bien.

Después se puso a desarrollar la promesa electoral de Rajoy de instaurar la cadena perpetua a través del subterfugio de la prisión permanente revisable, y ahora cierra el circulo con la custodia de seguridad que permitirá que cuando el reo cumpla sus penas de prisión se le pueda mantener encarcelado hasta un limite de otros diez años mas (¡) si los expertos penitenciarios observan que el penado tiene un pronostico de reinserción desfavorable.

Dicen los legisladores del PP que estas medidas no equivalen a la prisión permanente, pero a mí me da que es lo mismo que decirle al condenado: tú saldrás de la cárcel cuando nosotros queramos.

Dicen que el sistema penal español es el mas duro y represivo de la Unión Europea y que en el Estado se bate el récord de presos preventivos, datos que conllevan un inaceptable hacinamiento en las prisiones, factor que incide muy negativamente en la calidad de vida de los presos y en que los fines de reinserción que constitucionalmente tienen las penas resulten imposibles en esas condiciones. Pero todo eso da igual. Lo que importa es hacer populismo para conseguir más votos, y si el padre de una muchacha asesinada te ha criticado porque no se ha saciado toda su sed de venganza, pues le recibes y le anuncias la ingeniosa creación de la pena-propina. Y si quien protesta son esos extraños poderes fácticos que pretenden legislar sin ninguna legitimidad para ello, pues se les dice que los presos se pudrirán dentro y a otra cosa. ¡Se acabó el principio de legalidad!