Veinte años después de aprobarse su construcción
Itoitz y el Canal hacen agua económicamente
El famoso binomio pantano de Itoitz-Canal de Navarra es económicamente deficitario, según destaca el estudio elaborado por Charo Brinquis para la Universidad de Zaragoza. Ni el regadío ni el agua de boca ni el aprovechamiento hidroeléctrico ni la creación de empleo justifican el macroproyecto.
Martxelo DÍAZ
Brinquis ha comparado los costes que ha supuesto la construcción y el mantenimiento del pantano y la primera fase del Canal de Navarra, que concluye en Pitillas, y la conclusión es clara: lo invertido no se justifica en relación a los beneficios obtenidos. Es decir, Nafarroa ha hecho un mal negocio con este macroproyecto, pese a que se presentó como esencial para el progreso del herrialde. Continuar con las obras, que aún no han comenzado, de la segunda fase del Canal hasta la laguna de Lor, en Ablitas, no solucionaría el fiasco, según el trabajo de Brinquis, que ha sido dirigido por el profesor Pedro Arrojo.
Los números son claros: en el pantano de Itoitz y el Canal de Navarra se han invertido 1.751,7 millones de euros desde que se comenzó a poner en marcha el proyecto, hace 20 años. En esta cifra se incluyen los gastos de construcción y los de explotación. Desde entonces, el volumen de lo recuperado mediante los distintos aprovechamientos únicamente llega a los 471,2 millones. La operación da un resultado contundente: solo se ha recuperado un 26,9% de lo invertido.
En cualquier negocio, eso sería una señal de una inversión completamente errónea. Pero en el caso de las infraestructuras hidráulicas, hay que tener en cuenta que la Directiva Marco de Agua (DMA) obliga a las instituciones públicas a la recuperación de costes. Dicho de otro modo, estas obras tienen que generar un beneficio económico equivalente al de la inversión realizada, lo que no ha cumplido, ni de lejos, el binomio pantano de Itoitz-Canal de Navarra.
«En el caso del embalse de Itoiz, no tenemos conocimiento de la existencia de un análisis económico de acuerdo con lo establecido con la directiva», subraya Brinquis, que puntualiza que en el caso del pantano «puede argumentarse que todavía no era obligatoria la aplicación de este principio».
«En cualquier caso, parece razonable pensar que hubiese sido muy adecuado que una obra de esta envergadura, terminada en la década de los 2000, cuando la directiva ya estaba en vigor, procurase tener una gestión lo más acorde posible con la normativa vigente en esa década», destaca la investigadora. En el caso del Canal de Navarra, no hay excusa que valga, ya que la directiva ya estaba vigente. Pero tampoco aquí se ha cumplido lo que establece.
El estudio de Brinquis analiza pormenorizadamente distintos aspectos del macroproyecto. En el caso del pantano, teniendo en cuenta los gastos de explotación de 50 años, se han invertido 735 millones de euros. En ese periodo los ingresos se quedarán en 125 millones de euros. En este apartado de ingresos, Brinquis comenta que llama la atención la cuantía de la parte del canon asignado al Estado por el uso denominado «defensa contra las avenidas», que representaría el 63% del total. «Esta asignación parece excesiva, ya que la laminación de avenidas en ningún caso se ha considerado un uso principal del embalse», destaca.
Y sigue llamando la atención que el canon aportado por los regantes únicamente ascienda al 15% de los ingresos, «a pesar de que, de acuerdo con todos los documentos oficiales, son los principales beneficiarios del embalse». Además, un 19% de los ingresos corresponderían al aprovechamiento hidroeléctrico de las dos centrales instaladas en la prensa. Actualmente, solo una de ellas está operativa.
En lo que se refiere al canal, su primera fase, la única que hasta el momento ha sido construida, ha supuesto un coste de 594,5 millones de euros. Brinquis subraya que no ha habido un análisis económico que cumpla los requisitos de la Directiva Marco del Agua para la recuperación de costes, a pesar de que en este caso sí que era preceptivo. «De este modo, hay una parte de la inversión costeada por las administraciones a fondo perdido, de cuyo coste no se plantean recuperación alguna», constata. La otra parte la deberían costear los usuarios.
El estudio también incluye las actividades económicas generadas por el pantano y el canal, en las que la ampliación del regadío supone la parte más destacada. Los cultivos que más se han incrementado han sido el maíz grano, el trigo y la cebada, fomentados por el aumento del precio del cereal, mientras que, debido a los bajos precios ofrecidos por la industria agroalimentaria, no se percibe la misma tendencia en productos envasables, a excepción del tomate. De este modo, el producto bruto de la zona regable en la fase 1 del Canal de Navarra asciende a 46 millones de euros. Pero a esta cifra hay que restarle el valor de la producción de secano, que no se ha visto beneficiada por la introducción del regadío y que asciende a 14 millones. Por tanto, la producción bruta generada por el pantano de Itoitz-Canal de Navarra supone 32 millones de euros.
La inversión realizada tampoco se justifica por la creación de empleo, ya que, según destaca Brinquis, «se trata de cultivos fuertemente mecanizados, por lo cual la generación de empleos con respecto al secano no parece que vaya a ser importante». Concretamente, ha calculado un incremento de 227 UTA (Unidades de Trabajo Año), «que resulta baja comparada con cifras calculadas en otros análisis basándose en medias, lo cual se puede explicar por el predominio de cultivos herbáceos frente a hortícolas, en el caso del Canal, y la desaparición de la viña de secano». «Por otro lado, la cifra de 227 UTA se corresponde bien con el testimonio de los agricultores de la zona, que coinciden en que la transformación en regadío apenas ha generado nuevos empleos en el sector primario en las zonas regables del Canal», añade la investigadora.
La macroinfraestructura tampoco se justifica para garantizar el suministro de agua a poblaciones. En el caso de la Mancomunidad de Iruñerria, que agrupa a 50 municipios y 350.000 habitantes, el agua de Itoitz solo se utiliza en verano, para alcanzar los caudales punta. En 2010, el agua consumida en riegos por la Mancomunidad de Iruñerria fue de casi cuatro hectómetros cúbicos, un 14% del consumo total y tres veces lo suministrado por Itoitz. «Con lo cual, si regasen con agua reutilizada parte de los parques, jardines y medianas, y se introdujesen medidas adicionales de gestión para la reducción de los caudales punta (como por ejemplo trasladar la hora de riego de parques a horas de menor consumo), probablemente el agua de Itoiz no sería necesaria», indica Brinquis. No obstante, se han invertido 33,5 millones en la construcción de la estación de tratamiento de Tiebas.
El suministro de agua en la zona de Agoitz, Longida, Urraulbeiti e Irunberri (4.600 habitantes) tampoco justifica la obra, ni la inversión adicional de 8,4 millones realizada en sistemas de abastecimiento. En este sentido, Brinquis recuerda que en Irunberri toman agua de la máxima calidad de la conocida como Canaleta, que sale de la Foz de Arbaiun, por lo que sus vecinos muestran resistencia a abandonar esta infraestructura tradicional para pasar a beber el agua del pantano de Itoitz. «El sistema de abastecimiento está diseñado para que Lumbier tome agua y, si no la toma, esto lleva a los consiguientes problemas de sobredimensionamiento en todo el sistema», afirma la investigadora.
El estudio de Charo Brinquis que pone en cuestión la viabilidad económica del binomio pantano de Itoitz-Canal de Navarra se presentará en la Asamblea General que la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) celebra este fin de semana en el centro de turismo rural Bei.tu de Beire. Brinquis expondrá su tesis mañana, en un acto abierto al público que comenzará las 18.00.
Previamente, Pedro Arrojo, profesor de la Universidad de Zaragoza e impulsor de la Nueva Cultura del Agua, expondrá el caso de Itoitz desde que comenzó a ponerse en marcha el macroproyecto hace veinte años.
En la misma jornada participarán tres agricultores navarros que cuestionan el modelo de explotación que se ha impulsado con Itoitz; se trata de Juan José Corcín, de Erriberri; Juan Antonio Sainz, de Lizarraldea; e Ignacio Gil, responsable de EHNE-Nafarroa, que analizará los regadíos y los diferentes modelos de agricultura. Posteriormente, se entregarán los premios Dragona Iberia que la FNCA concede a defensores de ríos o ecosistemas. GARA