Iker Muniain fue la viva y dolorosa imagen de la derrota en Bucarest. Sus lágrimas reflejaban la decepción, la frustración por perder, pero, sobre todo él, también por haberlo dado todo sobre el campo, la de quien se echó el peso del equipo encima cuando esa responsabilidad bien podría haber sido de otros. Fueron las lágrimas de quien pierde un título soñado, pero las mismas lágrimas de un alevín que acaba de perder un torneo escolar o el campeonato playero del pueblo. Ayer, el de la Txantrea -entre risas con Aurtenetxe- pasó por sala de prensa en Lezama y, reconociendo que aquello fue un «palo muy duro» que les mantuvo «un par de días cabizbajos y pensativos», a día de hoy, Bucarest «ya forma parte del pasado». Hoy, el equipo «ya ha recuperado las ganas y la ilusión» cara al día 25.

Entrenamiento físico y mental, ésa es la receta de Marcelo Bielsa para afrontar con garantías la cita del Calderón. «Bielsa sabe que el equipo ha estado dolido anímicamente y él, por muchos métodos, intenta animarnos. Nos ha dicho que quiere que lo demos todo en el campo, once soldados que estemos con mucha ilusión, que es como está él, y que vayamos a por todas».

Jon Aurtenetxe -junto al navarro los dos rojiblancos del once ideal de futbolistas estatales menores de 22 años- reconoció por su parte que de la final europea «tenemos que sacar cosas positivas y aprender. Puede que no tuviéramos la experiencia para jugar finales».

Enfrente, ahora, tendrán a un Barcelona que, al contrario que frente al Atlético, sí sale como favorito. Una etiqueta que puede restar presión a los vascos, la misma que les pudo en Bucarest desde el mismo túnel de vestuarios. «Se nos quita algo de presión pero vamos a salir igual que en todos los partidos, a ganar», señaló el de Zornotza. «Salimos todos los partidos a ganar, pero es una presión que nos quitamos», apuntó en la misma línea Muniain.

Por delante, aun, una semana. «Se hace larga, porque son muchos días y más después de haber perdido otra final, pero nos viene bien», admitió el navarro.