Andan en Tele 5 y su grupo buscándole aparcamiento a Belén Esteban, un producto televisivo exprimido. La quieren reconvertir en una reportera follonera, pero no da juego. Su personalidad que para ciertos tramos ha sido importante para su consolidación como princesa del pueblo, se vuelve ahora contra ella misma. No tiene ductilidad. Ni educación. Ni recursos más allá de su mismidad, sus cuitas, sus matrimonios, operaciones y demás asuntos de importancia relativa. Esta prima cercana, que tantos minutos de gloria publicitaria ha aportado a la cadena de Mediaset, que tantos millones de euros ha ganado desnudándose física y sentimentalmente en los platós.

Pues parece que se ha acabado una época. Sobre esta prima de barrio se sustentaron programas de sobremesa, que han llevado el chismorreo, la calumnia, la rumorología a lugares impensables. El Gran Conductor de esa plataforma transatlántica, Jorge Javier Vázquez, ha emprendido en la misma cadena una transformación, un desembarco en otro segmento de la televisión de sentimientos, de emociones desbocadas. Pero con supuestos (hay que dudar siempre porque estamos hablando de televisión y hay que tener en cada entrega un número determinado de casos para cubrir las largas horas de emisión) casos verídicos en donde viejos amantes, familiares perdidos, amigos desperdigados intentan reconstruir frente a las cámaras su memoria sentimental.

«Hay una cosa que te quiero decir» es un formato viejo, pero que puede mantener su eficacia ya que siempre remueve sentimentalismos. Jorge Javier, lleva bien los casos, sabe mantener una tensión de incertidumbre, apoya y subraya los asuntos que pueden despertar a los instintos más incontrolables de los protagonistas como de los telespectadores. Sus resultados de audiencia son claros, aunque haya bajado algo se mantiene en la clase media alta y no es un programa caro de producción, solamente la emisión en directo, que es a su vez, lo que le dota de interés. La prima Belén debe estar alerta. Todo lo que hace Mediaset es buscar su sustitución sin causar demasiadas heridas en la cuenta de resultados. La pobre Esteban ya tiene muy pocas cosas que decir.