veinte años después de la construcción del pantano de itoitz
En agoitz se cumple el cuento de la lechera
Durante los años en los que se estaban construyendo el pantano de Itoitz y el Canal de Navarra llovieron muchas promesas sobre los vecinos de Agoitz. Veinte años después, el Ayuntamiento de esta localidad navarra se encuentra en una situación económica muy delicada, ya que esas promesas se las ha llevado el viento. Además, los «regalos» prometidos se han convertido en un caramelo envenenado.
Martxelo DÍAZ
Si hace falta hacer una nueva carretera con dos carriles para acoger a toda la gente que vendrá, se hará. Y si son necesarios tres carriles, también se harán». Son palabras del expresidente del Gobierno navarro Miguel Sanz en la inauguración de un polígono de Agoitz, llamado a ser el polo de desarrollo de esta localidad y del conjunto de la comarca. Gamesa era la empresa puntera de esta apuesta y se anunció que para 2013 contaría con 450 trabajadores en su planta agoizca. A día de hoy, tiene unos 200 trabajadores, «de los que solo unos 60 son vecinos de Agoitz», según destaca el alcalde, Unai Lako. Y sigue habiendo un solo carril.
Los datos de Agoitz Bizirik destacan que antes de la inauguración del polígono en Agoitz había 180 parados; actualmente, son 293. «Es evidente que hay crisis en todas partes, pero aquí prometieron una serie de inversiones que no se han materializado», subraya Lako, de Bildu.
«Tenemos un polígono lleno, pero lleno de empresas vacías. Antes había una serie de empresas potentes para un pueblo como Agoitz, como Solano, Tainsa o Catalsa. Ahora no sé si habrá dos empresas libres de ERE», explica el primer edil, que comparecerá hoy en el Parlamento junto a otros alcaldes de la comarca para exponer la precaria situación que sufren y reclamar al Gobierno navarro que cumpla sus compromisos de reindustrializar esta zona.
La época de la construcción del pantano fue traumática para Agoitz ya que, según recuerda Lako, se produjo una amarga división social entre quienes apoyaban la macroinfraestructura y quienes la rechazaban. «Es algo que, en cierto modo, todavía continúa», lamenta. «En esa época, en un intento de acallar a la oposición al pantano, decían que si éramos solidarios con Nafarroa acogiendo la presa, Nafarroa sería solidaria con nosotros. Ahora que ya está construido, se han olvidado completamente de nosotros», denuncia el alcalde.
Prueba de ello es la Fundación Itoiz, integrada por el Gobierno navarro y la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que es la encargada de gestionar los fondos con los que se «compensa» a Agoitz y a otros pueblos de la comarca por albergar el pantano. «Es cierto que han invertido muchos millones de euros», reconoce Lako. De este modo se construyeron una flamante Casa de Cultura, nuevas piscinas, frontón, campo de fútbol y demás equipamientos. Un informe de la profesora de la Universidad de Zaragoza Charo Brinquis dejaba en evidencia recientemente que el binomio pantano de Itoitz-Canal de Navarra no son rentables y Agoitz está pagando las consecuencias.
Desde mediados de 2011, la Fundación Itoiz no tiene presupuestos y este año tiene consignada la redonda cifra de cero euros. «Fue una decisión que nos cogió de sorpresa. De hecho, estamos haciendo unas obras de acondicionamiento de calles que tenían una subvención del 70% del Gobierno navarro y un 30% de la Fundación Itoiz, y vamos a tener que asumir nosotros esa parte», explica Lako. 150.000 euros que deberán salir de las depauperadas arcas municipales.
Esos fondos de la Fundación Itoiz se invirtieron en equipamientos que no crearon economía productiva y que, además, se levantaron con serias deficiencias a las que el Ayuntamiento tuvo que hacer frente. «La plaza en la que se ubica la Casa de Cultura se estropeó dos meses después de la inauguración y la tuvimos que arreglar con nuestros fondos. Los vestuarios, aunque parezca mentira, no cumplían la normativa mínima que exige el propio Gobierno de Nafarroa y hubo que adecuarlos. La piscina cubierta tenía fugas, lo que ha supuesto que se hayan perdido 100.000 litros y un coste de 50.000 euros al año en calefacción», enumera Lako.
La relación que el Ayuntamiento de Agoitz -y otros pueblos de la comarca- han tenido con la CHE se puede resumir en lo que ha sucedido con las obras de construcción de la segunda central hidroeléctrica, la situada en la toma del Canal de Navarra.
«Comenzaron a realizar las obras sin comunicárselo al Ayuntamiento -explica el alcalde-. Se presentó una persona, que era la directora de obras, y nos reclamó un solar municipal para depositar los escombros. No salíamos de nuestro asombro. Esa fue la manera en la que nos enteramos de que estaban realizando una obra presupuestada en trece millones de euros en nuestro término municipal».
«Nos dirigimos por carta a la Confederación, al Gobierno español, al Gobierno navarro, a Canasa -la empresa que gestiona el Canal de Navarra- para pedir explicaciones, pero no hemos recibido respuesta. Por eso, el día 14 decidimos paralizar las obras. Como Ayuntamiento no podíamos consentir que cualquier vecino que haga una obra menor tenga que pedir licencia, entregar un proyecto, fotografías y pagar unas tasas y que, mientras, estas grandes empresas no hagan nada de eso», se indigna Lako, que rechaza categóricamente el argumento de que son unas obras que sirven al interés común.
«Al igual que con la otra central eléctrica, hay una empresa que la explota y saca un beneficio económico de la venta de la energía que produce, pero a nosotros no nos beneficia en nada», destaca, al tiempo que recuerda que en los tiempos de las grandes promesas se llegó a anunciar que la energía producida en Itoitz permitiría a Agoitz no tener que pagar su consumo eléctrico. De eso nunca más se supo.
Para rizar más el rizo, la denuncia interpuesta por el Ayuntamiento ante el Seprona ha dejado en evidencia que las obras no se adecuan a la legalidad medioambiental. El Consistorio ha dado un plazo de un mes a los promotores de las obras, hasta el 14 de junio, para que cumplan con las normas. En caso de no hacerlo, la suspensión será de carácter definitivo.
El Ayuntamiento de Agoitz, donde residen unas 2.500 personas, tiene una deuda de 871.000 euros en préstamos pendientes de pago. De esta cantidad, 726.000 euros corresponden al centro hidrotermal/spa, una de las instalaciones que se construyeron en «compensación» por el pantano y a las que el Ayuntamiento actual tiene que hacer frente. «El 69% de lo que pagamos los contribuyentes en 2010 fue para el gasto de las piscinas/centro hidrotermal/spa», destaca el boletín «Xinple», que el Ayuntamiento distribuyó entre los vecinos para dar a conocer su precaria situación financiera. Las tasas de las obras de la central hidroeléctrica podrían ascender a unos 600.000 euros, lo que sería una inyección de dinero que permitiría respirar a las arcas públicas.
El pantano condiciona la vida de Agoitz hasta el punto de que tienen que pedir permiso a la CHE para vender los lotes de leña, una de las habituales fuentes de financiación de los ayuntamientos pequeños en Nafarroa. «Todavía estamos esperando la respuesta del año pasado», se lamenta Lako.
«La verdad es que a nosotros no nos sorprende esta situación, porque sabíamos qué iba a suponer el pantano de Itoitz para Agoitz. Siempre nos hemos opuesto a esta obra, no solo ahora. Pero hay gente que ahora se siente engañada, porque no le han dado todo eso que prometieron, a pesar de que es cierto que este pueblo ha recibido mucho dinero. Pero ya no. La derecha se organizó en este pueblo cuando vio que había dinero. Ahora, que ya no hay, prácticamente ha desaparecido. Y nos toca a nosotros gestionar esta situación», explica Lako.
Uno de los que reconoce sentirse engañado es José Manuel Gárriz, alcalde derechista de Agoitz entre 1991 y 1999, que escribió en la prensa navarra una carta en la que decía que «después de tantos años de sufrimiento, ya me fastidia tener que dar la razón a quienes decían que Itoiz es un engaño».
Los concejales de la izquierda abertzale de entonces le respondieron con otra carta, recordándole que quienes verdaderamente han sufrido por Itoitz fueron quienes perdieron sus casas y pueblos, y que Gárriz fue el impulsor de la candidatura derechista favorable al pantano en Agoitz para hacer frente a la mayoría abertzale, opuesta a la obra.
«Agoitz antes era el centro de servicios de Longida, Urraul y Artzeibar. Ahora, ya no pasa siquiera la carretera. Hay que venir de hecho a Agoitz. Somos la estación término. La carretera acaba aquí. Más adelante, solo está el pantano», indica el alcalde con tristeza.