El que fuera presidente de Egipto durante tres décadas, Hosni Mubarak, murió ayer en el hospital militar de Maadi, en El Cairo, donde fue trasladado tras sufrir una trombosis cerebral que le provocó una parada cardíaca.

Los médicos de la cárcel de Tora lo reanimaron con un desfibrilador y trataron durante dos horas de eliminar un coágulo cerebral, sin conseguirlo. En el hospital « su corazón dejó de latir y fue sometido a un desfibrilador más de una vez, pero no reaccionó», explicó la agencia oficial Mena. Mubarak, derrocado en febrero de 2011 tras una de las primeras revuelta de la «primavera árabe» y tras semanas de represión que dejaron más de 850 muertos, había sido condenado a cadena perpetua.

En la misma jornada en que murió Mubarak, miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes y de organizaciones prodemocracia se manifestaron en la plaza Tahrir de El Cairo a dos días de conocerse los resultados «oficiales» de los comicios bajo el grito de «abajo los militares» o «la legitimidad reside en el pueblo».

Los manifestantes, que rechazaron el acta constitucional en su totalidad», se trasladaron hasta la cercana sede del Parlamento, disuelto por la Junta Militar. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), en el poder desde la caída de Mubarak, anunció el lunes su voluntad de entregar el ejecutivo al futuro presidente antes de fin de mes. Pero guardará para sí el poder legislativo y controlará otros sectores institucionales en nombre de «un equilibrio de poderes». Los Hermanos Musulmanes y los partidos de la corriente «revolucionaria» lo consideraron un «golpe de Estado». Las prerrogativas legislativas, asumidas por el CSFA tras la caída de Mubarak, habían sido transferidas al Parlamento que resultó de las elecciones, pero fue disuelto el sábado.

Tanto los Hermanos Musulmanes como Ahmed Shafiq, último primer ministro de la era Mubarak, se han atribuido la victoria de las presidenciales.