Se acordarán las lectoras (y los lectores, claro) de la campaña que desarrollaron los medios más ultras de Madrid contra los jueces del Tribunal Constitucional que decidieron que Bildu pudiera concurrir a las elecciones. Fue una auténtica campaña de acoso y derribo. Pues ayer, cuando parecía claro que el TC iba a pronunciarse sobre el futuro legal de Sortu, la caverna volvió a la carga en un último intento de meter presión a los jueces para evitar que la formación abertzale fuera legal. Así, «El Mundo» y «La Razón» coincidían en llevar a Primera la noticia de que el Constitucional apostaría por dar vía libre a la legalización de Sortu, para luego en páginas editoriales intentar enmendar la plana al tribunal. Así, el diario de Pedro J., tras señalar que «la ponente asegura que la `rotunda condena de la violencia' que figura en los estatutos de Sortu `no puede estar sometida al dilema de la mayor o menor sinceridad del sujeto'», agregaba que «el argumento sólo puede considerarse como un sarcasmo para la democracia española y para las víctimas de ETA». Pues a servidora, lo que realmente le parece un sarcasmo es la expresión «democracia española».

En «La Razón» mantenían el mismo tono, y en un editorial dedicado al aniversario del atentado del Hipercor de Barcelona, aprovechaban para echar leña a su hoguera, esa en la que quieren quemar a todos los rojoseparatistas habidos y por haber. Para el diario carca, «es cierto que los mismos que hace 25 años intentaron culpabilizar a la Policía trabajan ahora para que ETA no sea derrotada, sino prejubilada con derecho al reingreso. De ahí que defiendan con ardor la legalización de Sortu, otra de las marcas etarras. El Tribunal Constitucional está a punto de resolver la cuestión y, según sólidos indicios, dará satisfacción a los batasunos, como ya hizo con Bildu. No parece muy comprensible que el brazo político de aquella banda que el 19 de junio de 1987 destripó Barcelona sea hoy legalizado sin que los pistoleros hayan sido erradicados ni hayan pedido perdón ni reparado a las víctimas». A eso se le llama remover los bajos instintos del personal. La verdad, qué ganas tiene una de mandarles a freír espárragos.