Elena Asins disecciona menhires para extraer la raíz de todo
«Les decís que esta exposición es una experiencia vital», se aconsejaba con el tono cariñoso y didáctico Elena Asins (Madrid, 1941) a dos de las jóvenes guías de «Encuentros tardíos», la muestra creada expresamente por esta pionera en la computación en el arte para el centro Koldo Mitxelena de Donostia. La visita es de las que dejan poso.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
A esta mujer menuda, de manos rotundas y aspecto de haber vivido mucho, lo que le interesaba era saber qué reacciones suscitaba su obra, pero el recorrido realizado ayer con la prensa, previo a la inauguración, se desarrollaba en un silencio respetuoso. No es que no invitara a hacer preguntas; pero la obra de Elena Asins provoca la curiosa sensación de irse como hacia adentro. Mirar, sentir y pensar, en un recorrido por «Encuentros tardíos» que posiblemente habría que hacer en solitario y, sobre todo, con tiempo.
La fusión de tiempo y espacio son la base del trabajo de esta artista que, a finales de los 90 y en la línea de otros intelectuales de izquierdas que simpatizaban con lo vasco, decidió parar de su vida nómada e instalarse en el pueblo de Azpirotz. Allá, con sus gatos y su trabajo, en su propio «paraíso» -reconocía ayer que este también tiene su lado oscuro-, continúa investigando y creando una obra a la que le ha llegado el reconocimiento tardío en forma de Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2006), el premio Nacional de Artes Plásticas (2011) y el galardón Arte y Mecenazgo de la Caixa (2012).
Con más de cuarenta exposiciones realizadas en diversos países, obra en museos y colecciones, ensayos y cursos impartidos en universidades de todo el mundo, esta mujer de estudios e intereses variopintos -en su biografía se mezclan ciudades como París, Stuttgart o Nueva York con nombres como Chomsky y conceptos e intereses que le llevan por la semiótica, el cálculo, la arquitectura o la informática- ha sido una pionera en la investigación sobre computación en el arte. Empezó a trabajar en ello en 1967 y continúa investigando desde su atalaya de Azpirotz.
Para la exposición de Donostia -la más amplia realizada sobre su obra, desde la que le dedicó el Reina Sofía de Madrid en 2011- Elena Asins ha creado un proyecto en torno al menhir, que incluye sus trabajos más recientes, algunos de ellos inéditos. En torno a cuarenta menhires dispuestos en secuencias numéricas y con cortes diferentes en sus caras -las matemáticas son muy importantes en la obra de esta mujer-, serigrafías, dibujos, videoinstalaciones y un agujero negro permiten adentrarse por las reflexiones de esta artista, quien pide al espectador que vaya más allá. Desde que en los años 70, cuando un amigo que era bedel del Ayuntamiento de Hernani, le llevó a conocer estos monumentos funerarios, ha recorrido un largo camino. Plantea con esta muestra una interpretación desde este tiempo que vivimos de aquellos otros tiempos pasados, en los que los hombres prehistóricos valoraban y creaban arte «no como un artículo de lujo, sino como un momumento sacro, un monumento a la memoria».
El compositor Gorka Alda ha extraído la música de los menhires. Ayer, entre las obras, este músico instalado en París enfatizaba lo ceremonial de la obra expuesta. Su música, lo que busca es «ayudar a entrar en el mundo, en el silencio y la espiritualidad» de Elena Asins.
«La importancia que tenía el arte para el hombre prehistórico ha destrozado el mercado», explicaba una Elena Asins que propone incluso un agujero negro: una habitación donde dejarse llevar, una «experiencia vital». En medio, un catafalco.
Título: «Los encuentros tardíos/Topaketa berankorrak».
Lugar: Centro Koldo Mitxelena (Donostia). Fecha: Desde hoy hasta el 22 de setiembre. Hay programada una conferencia y visitas guiadas (kmbisitagidatuak@ereiten.com o 943 12 27 50)