la izquierda abertzale, legalizada
Sortu mantendrá la apuesta de la izquierda abertzale por la alianza soberanista
Sortu permite a la izquierda abertzale contar con un instrumento legal para hacer política en igualdad de condiciones, pero no hará variar su apuesta por la alianza estratégica con EA, Aralar, Alternatiba y AB.
Iñaki IRIONDO
La situación de persecución penal e ilegalidad administrativa en la que se ha visto obligada a trabajar la izquierda independentista desde agosto de 2002 le han llevado a tener que reinventar casi constantemente instrumentos con los que poder mantener su actividad pública y, cuando ha sido posible, la institucional.
La necesidad perenne de sortear obstáculos y el descuido (o intencionada desidia) con el que en ocasiones los medios de comunicación han tratado la cuestión ha producido que determinados sectores de la ciudadanía hayan acabado por confundir lo instrumental con lo estratégico. Y así, por ejemplo, cuando tras la ilegalización de Sortu se presentó Bildu a las elecciones municipales y forales, no fueron pocos los que interpretaron la aparición de la coalición como «un plan B» ante la imposibilidad de que Sortu concurriera a los comicios.
Todavía ayer, en cuanto se conoció la decisión del Tribunal Constitucional, no faltaron en las redes sociales las preguntas de si la legalización de Sortu suponía alguna alteración de otro tipo de apuesta electoral.
La decisión del Tribunal Constitucional supone nada más -¡y nada menos!- que la izquierda abertzale cuenta con una sigla legal, por lo tanto, entiéndase que en cuantos acuerdos se han producido desde la firma de «Lortu Arte» con EA el 20 de junio de 2010, allí donde antes ponía izquierda abertzale ahora puede poner Sortu. Cambia la denominación, pero no las apuestas estratégicas marcadas con nitidez en la resolución «Zutik Euskal Herria».
De esta forma, para entenderlo, tanto en el acuerdo estratégico nacional alcanzado recientemente con EA, Aralar, Alternatiba y Abertzaleen Batasuna como en la coalición Euskal Herria Bildu, basta con sustituir la denominación izquierda abertzale por Sortu para tener clara cuál es la nueva situación.
La legalización de Sortu debe tener también otras consecuencias importantes en la actividad política diaria de la izquierda abertzale. Por ejemplo, podrá contar con sedes, estructura de personal y cuentas oficiales. También con dirigentes, militantes y simpatizantes, de los que poder entresacar sus cargos públicos, sin tener que andar buscando personas independientes de currículo político «incontaminado», que convertía la elaboración de listas en una carrera de obstáculos para dar con semejante cantidad de mirlos blancos.
Es decir, en adelante, cuando se estructure, Sortu posibilitará a la izquierda abertzale competir en igualdad de condiciones con el resto de partidos que pueblan el escenario político vasco.
Lo que, por simple lógica, lleva a llamar la atención sobre el hecho de que la izquierda abertzale no solo haya podido sobrevivir desde 2002 careciendo de todo lo que para otro partido es normal, sino que habiendo sido perseguida penalmente hasta el paroxismo -ahí está el mantenimiento en prisión de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Arkaitz Rodríguez y Sonia Jacinto- haya sido capaz de convertirse en la actualidad en un referente político imprescindible que además ha visto que su última apuesta ha sido saludada con el éxito electoral.