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David Foenkinos traslada al cine su propia novela romántica «La delicadeza»
David Foenkinos adapta su novela «La délicatesse», con la ayuda de su hermano Stéphane, que tenía más experiencia en el cine como director de cásting y guionista. Entre ambos ofrecen una comedia romántica para los tiempos de crisis, llena de optimismo y fe en las segundas oportunidades. Audrey Tautou es una viuda que sale del largo duelo de forma inesperada, pero su reacción positiva no es aceptada por los demás, que miran con recelo a su nueva pareja.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
David Foenkinos se enamoró tanto de los personajes de su novela «La délicatesse» que, al terminarla, sintió la necesidad de prolongar su vida de ficción a través del cine. Contaba para ello con la ayuda de su hermano Stéphane, con experiencia como director de casting y guionista, así que juntos dieron el salto a la realización.
Como inexpertos que son, han preferido aprender de los recursos narrativos de los clásicos, así como de las soluciones estéticas de otros más innovadores. De Truffaut, al que últimamente todo el mundo invoca, han tomado prestada una escena entera inspirada en «Domicilio conyugal». De Michel Gondry han recogido la especial iluminación natural de «¡Olvídate de mí!».
En definitiva, no querían que se notara demasiado el origen literario de la obra, para lo que han apostado por las elipsis y los trucos que permiten sintetizar el paso del tiempo. Un tema, por cierto, muy importante en la película. El concepto de delicadeza, para los Foenkinos, vendría a ser el opuesto a las prisas groseras del mundo tecnológico.
Nada que declarar
Para el papel de la viuda tenían muy claro desde el principio a Audrey Tautou como actriz ideal, mientras que fue mucho más difícil encontrar a su partenaire. Tras un sinfín de pruebas dieron con François Damiens, un actor cómico que les sorprendió con su verdadera manera de ser tímida y tranquila, que era lo que necesitaban para el papel del nórdico Markus.
Damiens está mucho más comedido de lo habitual en «La delicadeza», hasta el punto de que sorprende a cuantos se rieron con él en «Le Petit Nicolas» o en «Nada que declarar». Hace de hombre corriente que aporta una especial ternura a la desconsolada y todavía joven viuda, devolviéndole las ganas de vivir. Los familiares y amigos de ella piensan, sin embargo, que es poco para un mujer tan atractiva. En las comparaciones con el difunto sale perdiendo, así que el hombre lo va a tener duro en ese sentido. Se trata de romper con las apariencias, de descubrir que la felicidad no depende de una atracción fatal, sino de impulsos naturales que no conviene frenar por el que dirán. He ahí la clave para una buena comedia romántica.
Hay actrices que despiertan admiración, y otras lo que despiertan es envidia. Audrey Tautou lo tiene todo: belleza, estilo y sensibilidad. Los que la detestan la llaman Amélie, como si eso fuera un insulto. Es el precio a pagar por ser una privilegiada dentro de su profesión, ya que se permite elegir los mejores papeles en los rodajes más relajados. Se ha acercado a Hollywood en una sola ocasión con «El Código Da Vinci», y esa alocada forma de vida no le convenció. Por lo que sigue protagonizando películas exquisitas, hechas a su medida. En Cannes presentó «Thérèse Desqueyroux», adaptación de la novela de François Mauriac hecha por Claude Miller. En estos momentos prepara «La espuma de los días» de Boris Vian, en versión de Michel Gondry. M.I.
Dirección: Marc Webb Intérpretes: Andrew Garfield, Emma Stone, Rhys Ifans, Martin Sheen, Sally Field, Denis Leary País: EE.UU., 2012 Duración: 136 minutos