La trainera de la paz y la convivencia vuelve a echar el ancla en Aiete
Nueve meses después de la celebración de la histórica conferencia cuya noticia dio la vuelta al mundo, el Palacio de Aiete volvió a convertirse en símbolo de paz y convivencia durante la recepción que las instituciones guipuzcoanas ofrecieron a los remeros de «Arraunean konponbidean». Una singular iniciativa, que partió el martes de Gernika y llegó ayer a Donostia, emulando otra de origen norirlandés de 2003, en pos de «la convivencia y la pacificación».
Mikel PASTOR |
Los bellos jardines que rodean el Palacio de Aiete volvieron a ser testigos, nueve meses después de la histórica conferencia, de otra ciaboga hacia la paz. Esta vez el papel de reputados agentes internacionales lo ocuparon los remeros de Albaola elkartea, que, acompañados de otro club de remo norirlandés, han realizado el trayecto Gernika-Donostia por mar con el objetivo de «reforzar la convivencia y la pacificación en este nuevo escenario en Euskal Herria, tomando ejemplo del proceso de paz de Irlanda del Norte».
El alcalde donostiarra, Juan Karlos Izagirre, y Martin Garitano, diputado general de Gipuzkoa, ejercieron de anfitriones de la heterogénea comitiva que ascendió desde el puerto de Donostia, al que llegaron sobre las 17.30, hasta Aiete, donde se realizaron los diferentes actos protocolarios.
Un grupo de zanpantzarrak venidos de Pasai Donibane abrieron la marcha, ante la atónita mirada de los remeros norirlandeses, que cuchicheaban entre ellos queriendo saber el motivo de aquellos extraños ropajes y admirando el tamaño de los cencerros.
Izagirre y Garitano dieron la bienvenida al proyecto ``Arraunean konponbidean'', agregando que «cualquier aportación, por pequeña o simbólica que sea, es un paso más en la resolución de este conflicto».
El diputado general recordó el acto celebrado en ese mismo escenario meses atrás, que consideró «el primer paso en el nuevo proceso puesto en marcha en Euskal Herria». En ese sentido, opinó que «ETA ha sido el único agente que ha hecho suyos los compromisos de Aiete, cosa que ni el Estado español ni el francés han hecho todavía», por lo que emplazó a ambos gobiernos «a que den pasos que favorezcan un nuevo escenario de paz y convivencia».
El primer edil donostiarra, por su parte, estimó como «positivos» todos los pasos «que se den en favor de la paz, sean en una mesa, o como habéis hecho vosotros, remando». A juicio de Izagirre, «los actos cargados de simbolismo son necesarios y compatibles con los más llamativos mediaticamente, y más si, como en este caso, parten de una iniciativa popular» porque «es más necesario que nunca implicar a la sociedad en iniciativas de resolución del conflicto que hemos vivido durante muchísimos años».
De Belfast a Aiete
Tras los dos cargos políticos tomó la palabra Vicente Zaragüeta, presidente del Aquarium donostiarra, que rememoró el episodio de Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros español, allá por 1898. Zaragüeta equiparó la situación actual de Euskal Herria a la vivida en aquella época por Cuba, y recordó que el político español apostaba por una autonomía más amplia para la isla caribeña. «Aquello debe de servir de lección para España», de la que opinó que «prefiere la confrontación que la negociación o el diálogo» porque a su juicio, «no ha superado su vieja mentalidad colonialista».
Zaragüeta también se refirió a las víctimas de ambos bandos derivadas del conflicto. A su juicio, «las víctimas no pueden ir al volante de ningún proceso, porque el dolor no es buen consejero» y concluyó su alocución con una importante reflexión: «La paz no se escribe a sangre y fuego, se consigue con inteligencia y diálogo».
Tras los actos oficiales, se procedió a la plantación de un tejo en uno de los terrenos adyacentes al palacio. El tejo es un árbol sagrado para los norirlandeses, que lo consideran parte de su identidad y símbolo de su libertad. Garitano, azada en mano, y Izagirre, que se mostró diestro con la pala, ayudaron a los representantes norirlandeses en la tarea, tras la que se dio paso al correspondiente aurresku de honor.
Tras el recibimiento, discursos y aurreskus que se ofrecen en estos casos, los remeros irlandeses plantaron un tejo en los jardines de Aiete. El tejo es el árbol sagrado de Irlanda y simboliza su libertad.