El cine independiente andaluz sigue demostrando que con poco dinero y mucha imaginación se puede plantar cara a la crisis. Después del éxito de la comedia de acción «El mundo es nuestro», otra película de igual procedencia explota un sentido del humor contagioso a modo de principal activo. También está hecha por un debutante, en este caso el conocido actor televisivo Paco León. No obstante, en la presentación durante el Festival de Málaga quiso aclarar que no pretende hacer carrera como cineasta y que rodó esta película llevado por la necesidad de contar una historia familiar que tenía tiempo atrás en mente.

Paco León ha aprovechado su primera incursión tras las cámaras para experimentar con el humor, ya que mezcla documental y ficción, conjugando aspectos reales con otros inventados. Lo lleva a cabo de tal manera que resulta muy difícil para el espectador distinguir entre lo que es verdad y lo que es mentira.

A la hora de rodar también había escenas que estaban ya escritas en el guión de principio a fin, junto a otras que dejó abiertas a la improvisación. Partió de un material biográfico, pero la surrealista frase «la vida es tan bonita que parece de verdad» alimenta ese doble juego entre las anécdotas vividas y las que surgieron de la propia filmación, porque funcionaban de cara a generar comicidad.

Carmina, auténtica

Con la protagónica Carmina Barrios se da ya de forma exagerada la paradoja entre autenticidad y representación. Ella es auténtica en sí misma, aunque da la impresión que con las indicaciones de su hijo en la dirección se crece. Lleva el arte dentro, por eso no ha necesitado estudiar para desprender cierta dramaturgia innata.

El argumento, que lo hay, la coloca al frente de una venta de jamones, un bar de carretera con aire de western. Conocedora en primera persona de lo que es la supervivencia fuera de la ley, se enfrentará a los ladrones que le roban el preciado género con sus mismas armas.