Mikel INSAUSTI

Me niego a utilizar el término traficante aplicado a la figura de Howard Marks, un reconocido activista a favor de la legalización de las drogas blandas, cuyo pasado como pionero del negocio de la distribución internacional de cannabis no incluye ningún delito violento. Su vida, llevada al cine, tiene en consecuencia la dinámica de una comedia de aventuras.

Bernard Rose adapta la autobiografía del fumeta galés bajo el convencimiento de que hay realidades que superan a cualquier ficción, por eso coloca a su compatriota Rhys Ifans, en cuanto actor encargado de interpretarlo, en el escenario de un teatro. No, sin preguntar antes si hay algún policía entre el público, el protagonista presenta la película de sus tiempos al margen de la ley, dando paso a una proyección que arranca en blanco y negro para evocar su época estudiantil en Oxford.

El color entra en pantalla coincidiendo con el estallido de la era psicodélica, mientras suena el tema de Pink Floyd «Careful with That Axe, Eugene», el mismo que Antonioni utilizó para la apoteosis final de su película californiana «Zabriskie Point». Dentro de ese contexto también se rescata, pero ya en los títulos de crédito finales, la mítica canción «Don't Bogart Me», un himno para los fumadores creado en 1.968 por The Fraternity of Man, y que formó parte de la banda sonora de la película de carretera «Easy Rider».

Para definir la personalidad de Marks suena el «Lazy» de Deep Purple. La película, sin embargo, nunca se convierte en un collage musical de intenciones retrospectivas gracias a la partitura de Philip Glass, mediante la cual se consigue una continuidad narrativa.

La solidez del relato encaja con la mentalidad del hombre que inspira el biopic, quien no se arrepiente de su loca carrera, incluido su paso por la cárcel, en unos años en que todo estaba en fase experimental y se vivía al máximo. Ahora bien, la insensatez de la que pecó le llevó a relacionarse con el IRA y el MI6 a la vez, entrando en el terreno peligroso de los intereses políticos. De todo ello se deriva a nivel personal un conflicto interno con la delación mal resuelto.