Tras los éxitos del Sky en el Tour, y con un recorrido diseñado para que Mark Cavendish impusiera su punta de velocidad, todo estaba preparado para que el ciclismo diera el primer oro a la delegación británica y que la Union Jack ondeara en lo más alto cerca de la residencia de la Reina Madre. Sin embargo, ni el deporte, ni mucho menos Alexandr Vinokourov, entienden de lógicas, y el kazajo se colgó la medalla de oro al imponerse en meta al colombiano Rigoberto Urán, que cometió un error imperdonable en los metros finales, desperdiciando una oportunidad que será difícil que vuelva a presentársele. El noruego Alexander Kristoff completó el podio al ganar en el sprint al resto de componentes del grupo que se había escapado de la disciplina del gran pelotón.

Fiel a su estilo combativo y luchador, difícilmente hubiera escogido el corredor kazajo un mejor epílogo a una trayectoria especialmente complicada y convulsa -estuvo implicado en la operación Puerto en su paso por la Once, y fue suspendido por dos años por dopaje-. Tras su grave caída en el Tour, el pasado año estuvo más cerca de la retirada que de la continuidad, pero finalmente optó por no arrojar la toalla. Merced a su inteligencia táctica y potencia, puede dejar el ciclismo en activo, si es que no vuelve apostar por seguir, con un oro y con la condición de campeón olímpico más veterano de esta prueba.

Al igual que sucedió con el ganador final, nadie esperaba que la carrera tuviera un desenlace tan descontrolado, en el que Vinokourov se desenvolvió a sus anchas. Quien más quien menos se esperaba una carrera desarrollada bajo el control del equipo británico, pero apenas existió durante 249 kilómetros.

Carrera loca

Salvo Alemania, a la que también le podía interesar una llegada masiva para jugarse sus opciones con Andre Greipel, el resto de los equipos eran conscientes de que la única forma de escapar al control británico consistía en endurecer la carrera desde el principio, y apenas hubo tregua durante el recorrido.

El holandés Lieuwe Westra rompió las hostilidades al poco del comienzo, formando un nutrido grupo de una docena de corredores, entre los que estaba el vasco Jonathan Castroviejo (que llevaba el dorsal número 1). Una caída y los ataques de Gilbert y Nibali elevó el nivel de exigencia para los compañeros de Cavendish, que acabaron cediendo. A falta de más de 100 kilómetros, italiano y flamenco lideraron otro grupo que se escapó del pelotón y fue capaz de alcanzar a los fugados a falta de 70 kilómetros. Poco a poco, al grupo se fueron uniendo corredores como Valverde o Cancellara, el otro gran perdedor de la jornada, al sufrir una absurda caída cuando todo le iba de cara. Vinokourov y Urán aprovecharon el desconcierto para tomar unos metros y el kazajo fue el más listo en el mano a mano.