Udate
«Como no me apetece hacer de Txarrena un grupo de versiones, he decidido llamarlo El Drogas»
Músico
Iruñea, 1959. Bajo y voz durante 30 años de Barricada. Tras dejar atrás, además, a La Venganza de la Abuela y Txarrena, hoy comienza su andadura con el nombre artístico de El Drogas.
Texto: Pablo CABEZA
Fotografías: Idoia ZABALETA / ARGAZKI PRESS
La historia pertenece a todas las personas que pasan por este mundo, pero la matiza gente como Enrique Villareal, conocido como El Drogas, un punto en el universo que se refleja en La Txantrea, el barrio de Iruñea que vio cÓmo este músico, y algo más que letrista, dejaba los pantalones cortos para convertirse en un rockero prematuro. Algunos le recordarán con sus greñas, sus pantalones ajustados y su capa. Algunos jurarán que tiempo atrás le vieron echar varias partidas en un billar y que hoy es aquel mismo joven de melena lacia. Otros, los de la siguiente generación, dirán que es el de los pañuelos en la cabeza y su imprevisible vestimenta, el que saca una cachaba en directo, el que nunca fue joven. No obstante, al dar la necesaria vuelta a las imágenes, se verá al músico y su larga historia, a uno de los compositores (música y letra) más importantes de un lugar llamado Iberia, al tipo que escribió más de 150 canciones relacionadas con el amor, el deseo, los instintos, la sociedad, la historia, la política, la contemplación... Enrique Villareal también tiene algunos escritos firmados como Eva Zanroi: las iniciales de Enrique Villareal Armendáriz más el cuarto apellido.
En diciembre de 2011, El Drogas desaparece de Barricada («aunque resulte extraño el asunto de si me fui o me echaron sigue enquistado») mediante un comunicado sin demasiada nostalgia ni precisión, pero sí con belleza, quizá como si la vida solo fuera lo que falta por vivir. Txarrena tocó por última vez ayer en las campas de Sopuerta. Ahora su bandera ondea como El Drogas, y así consta en el festival En Vivo 2012, donde actuará el 29.
El veterano músico aprieta al destino para que explote por donde quiera o tenga que ser. «El Drogas» deja atrás a Barricada, a la Venganza de la Abuela y a Txarrena. Desde hoy mismo es El Drogas, con la suma y la resta de su pasado. Y, además, con una gran banda de rock and roll respaldándole.
Al retomar la escucha de «Txarrena» tras la reciente reedición y sus veinte años de entierro, hay canciones que recuerdan a Burning, Rosendo, Barricada, ¿es posible que en 1992 las raíces estuviesen aún sin secarse? Hoy Txarrena solo suena a Txarrena, rock and roll y buenas letras.
Espero que sonar solo a Txarrena no sea demasiado malo. Yo sí veo influencias de r&b, r&r, punk, country... Arreglos como la banda del hijo de Sting (que ahora no recuerdo cómo se llaman) [Fiction Plane], a canciones arrastradas como la [Lucinda] Williams, o regates a los Backyards Babies por poner algunos ejemplos. Me dejo fácilmente prostituir en cuanto a gustos musicales se refiere.
Habrá escuchado el disco obligatoriamente para la reedición, ¿se ha llevado alguna sorpresa?, ¿le ha llamado la atención algún aspecto?
Sí, es un disco que en los últimos tiempos he tenido que escuchar bastante por obligación ya que fue el arranque del repertorio de TX y trabajamos mucho las versiones actuales. Más me han tocado los recuerdos de cómo se hizo, con quién... Personas admiradas como Antonio e Iñaki, de Refugiados, Andoni, de Delirium Tremens (qué manera tan personal de cantar y sonar la guitarra), Leo, de Los del Rayo. Un buen puñado de gente sin olvidar a Malos Tratos y Juanjo Ojeta, que me acompañaron como banda. Fue entonces cuando conocí a la madre de Natxo Cicatriz, mujer con una fuerza increíble.
¿Sin la disciplina de Barricada, ahora tendrá exclusivamente la suya, se siente más libre?
Siento menos miedo al fracaso. En este proceso de aprendizaje fue muy importante el proyecto de La Venganza de la Abuela, ya que en algunos lugares había más gente durante la prueba de sonido que después en el bolo. Con la experiencia de TX también ha habido bolos con muy poca gente viendo el espectáculo, pero uno sale igualmente a dejarse la piel en el escenario.
El asunto de Barricada no está muy lejano, pero ¿ha habido algún periodo anterior donde haya habido cierta zozobra silenciosa?
Bueno, no voy a entrar en si me he ido o me han echado [como se ve, nada se ha aclarado a pesar del tiempo transcurrido]. El presente es que ya no estoy bajo esa marca y parece que todos andamos más tranquilos. Soy una persona que necesita acción constantemente y no puedo ver la marca de mi culo en el sofá. No me gusta la inercia o lo que yo entiendo por inercia. La vida es crisis y así funciono. Entiendo que se me tenga por una persona inestable y sea difícil seguir ese ritmo, a veces demasiado caótico, pero a mi edad es complicado cambiar el desastre por la comodidad.
«Libros prestados» es el nombre del segundo disco que se incorpora a la reedición de «Txarrena». Canciones grabadas como se parieron, desnudas, pero invitan al arreglo...
La idea de esas canciones es que apareciesen con la forma que se le da a una primera maqueta. Esto es lo que hay antes de salir de casa y así quería reflejarlo. Algunas de las canciones ya las estamos tocando en versión eléctrica y evidentemente son otra cosa. Esas mismas canciones en acústico pero con Txus Maraví también tienen otra sonoridad, como no podía ser de otra manera.
Si se toca una canción con acústica y harmónica, pronto se le asocia al artista con el universo Bob Dylan. Además, por cierto tono melódico vocal se podría viajar al universo de Francis, Doctor Deseo.
A Francis le tengo mucho aprecio. Sus trabajos destilan una honestidad envidiable. Pero veo que aquí me comparas más con el soplo a la harmónica y ante eso solo puedo decir que tengo mas jeta que el Francis y el Dylan juntos. Fuera bromas, también habría que nombrar a Antonio Armendáriz que fue quien me metió este gusanillo acústico-harmónico dentro en los años de instituto. Gracias a él está saliendo el monstruo que hay en mis soplidos.
Ha dado a conocer este puñado de canciones íntimas, ¿no guarda nada en la nevera?
Esta reedición marca el final de TX. En versión eléctrica aparecerán, pero no sé cuando. Volverán a ser la excusa para poner ideas en común y vuelta a la carretera, que yo quince días metido en casa soy inaguantable para mi familia. Por otro lado, más que nevera lo mío es un táper para consumir en el acto. El proceso de composición es tan apasionante que me es necesario calentar la pluma con los dedos y el papel con la tinta lo mismo que calentar los dedos con la guitarra y el rincón de los txandríos con vatios y acordes.
«En collar abandonado» recupera el sonido casi perdido de una guitarra con cuerdas de nylon.
A la guitarra estatal que me dejó mi cuñada le he sacado partido ya que es muy cómoda para llevar a los sitios. Ese enredar con ella (con la guitarra, no con la cuñada) me hizo quedar «enamoratu» de su sonoridad y meter algún fraseado acompañando una letra llena de melancolía.
¿Estuvo girando con Cristina Rosenvinge, compartiendo canciones. ¿Ha aprendido algo al lado de ella?
Que cuanto más tiempo llevas en esto más puede aflorar tu humildad y saber hacer con otros músicos. Antes admiré sus trabajos por ese poso naif que atrapa (por lo menos a mí) y ahora tuve la suerte de compartir escenario con ella y con otra monstruo del tablao, La Shica.
«Lasai» es un tema extra que se incluye en la reedición, con letra en euskara y cierto parecido a Gari en la interpretación...
¡Joder tío!, el Gari es grande. Qué más quisiera yo que envolver al personal con mis canciones como él ha logrado envolverme con las suyas. Además de cantante y compositor, lo admiro como persona y siempre ha sido agradable encontrármelo por aquí y por allá con sus proyectos bajo el brazo. Transmite fuerza y ternura a partes iguales, como el idioma en el que canta. A mí me queda mucho camino por recorrer en la carretera del euskera y ya me vale con las broncas que me echa la txikita al respecto [su hija Aiara, que le acompaña vocalmente en dos cortes del disco extra]. Asignatura pendiente.
Acabado Txarrena, ayer mismo, nace El Drogas. Algunos pensarán que tiene un punto de egocentrismo al contar con los mismos músicos de Txarrena..
La decisión es sencilla. Me he pegado media vida escribiendo letras para canciones y debido a mis circunstancias personales, en estos momentos me apetece cantar-contar esas canciones que más lleno me han dejado cuando terminé de escribirlas. Así pues, hay letras en Barricada, en Txarrena y en La Venganza de la Abuela que me apetece cantar. Como no me apetece hacer de Txarrena un grupo de versiones, he decidido llamarlo El Drogas.
¿Las canciones valen para cada aventura al depender más de los arreglos que de la base?
Las canciones son una mera excusa para poder enredarte con otra gente y poner ideas en común, sentir cómo le va quedando la ambientación musical a eso que se cuenta cuando todos ponen ganas. En este aspecto es menos importante la denominación que las personas, ya que son ellas las que me enseñan a funcionar como tal.
Y qué será El Drogas, ¿la suma de todo?
Será lo que vaya viniendo. Para la salida de esta historia no me baso en la presentación de un disco, sino en la preparación de un repertorio de tres horas para el directo. No parará aquí el asunto porque a la vez estamos montando canciones nuevas y electrificando las de «Libros prestados» para sacar en el plazo de un año algo diferente.
¿Tiene claro qué canciones de Barricada pueden ser del repertorio El Drogas y cuáles no?
Cualquiera de las casi 150 que he escrito.
También participa en un proyecto de músicos con síndrome de Down, el fatídico cromosoma 21...
Motxila 21 es un proyecto increíble. Estoy aprendiendo sobre la vida un montón, y también sobre mi oficio. Ver y sentir cómo disfrutamos con cada canción que hacemos, con cada bolo. Cuando compones una canción para el grupo debes simplificarla y dejar que sea esa manera básica de hacer las cosas la que te atrape. Si a esto le añades lo agradecidos que son y lo a gusto que se lo pasan tocando y cantando, ¿hay algo mejor? Esto surge desde la Asociación Navarra de Síndrome de Down y, además, del divertimento está el hacer presente los problemas que estas personas tienen para poder llevar una vida como debe ser. No es de recibo que los recortes sociales se apliquen siempre sobre los más débiles.
¿Pasear es perder el tiempo?, ¿tiene un concepto claro de lo que son unas vacaciones?
Paseo bastante. Me gusta coger los perrillos y andar por el monte Ezkaba. O pedalear por la orilla del río, o subir al Casco Viejo y disfrutar de ver gente unas veces y de la soledad de esas calles, otras. Paso demasiado tiempo metido en mis cosas y es necesario, en mi caso, descansar de mí.
El disco-libro incluye catorce textos que aparecieron en GARA hará unos diez años. «El ojo de la aguja» los agrupa. Leídos hoy, algunos son de compleja relación con el momento...
Solo había que seguir la actualidad semanal y relacionar los sucesos con la visión particular de cada temática tratada. Después, intentaba hacer los escritos de una manera personal.
¿Por qué fueron catorce escritos, catorce semanas?
Era complicado para mí mantener la constancia que necesitaban los escritos y a la vez hacer otras cosas relacionadas con el oficio. Aunque era una vez a la semana me llevaba su tiempo la estética de cada uno y después de tres meses dándole decidí que era el momento de despedirse.
Es conocido como músico y letrista, pero ambos estados, en general, están considerados por debajo del supuesto arte del escritor o de quien pinta un cuadro o realiza una instalación... Sin embargo, «El ojo de la aguja», como otras muchas letras y escritos suyos, demuestran que escribir poemas no es un arte menor. ¿Le incomoda esa situación de supuesta inferioridad artística o intelectual frente a otras dinámicas culturales?
No me preocupa tanto la medida del personal hacia mis trabajos como el sentimiento propio hacia ellos. Necesito la sensación física y mental de que he puesto lo mejor de mí en cada escrito. Otra cosa es que no siempre estás igual de inspirado o centrado en ello y no aciertas con las expresiones que buscas... o lo que escribes hoy en diez días (si es menos tiempo ya es un problema) te parezca una mierda. Pero de entrada al terminar un escrito me gusta la sensación de vacío que me queda. Esa es buena señal.
Aquí no había métrica, como en las letras, ¿se siente más cómodo?
La musicalidad y la métrica en las canciones viene encorsetada por la melodía y la ambientación instrumental. En estos casos es bonito el reto de buscar esas palabras cuya suma de sílabas sea concreta y a la vez diga exactamente lo que quieres. En los escritos, la libertad es absoluta y solo te enfrentas a la búsqueda de tu propia estética. Cómo ir vistiendo cada frase para que el resultado final del traje sea el que buscas. De todas formas, el momento de enfrentarse al folio en blanco me crea, de una u otra manera, la misma sensación de impotencia, así hasta que de repente, y sin saber cómo, has llenado uno, dos o tres folios. Todo ese proceso es bonito, pero inexplicable o quizá por ser inexplicable, es bonito. P. C.