NATACIÓN Primera jornada en el Centro Acuático
Lochte casi no vio a Phelps
El nadador neoyorquino completó un monólogo ante la falta de competitividad del de Baltimore, que se quedó fuera del podio por vez primera desde Sydney. China se supera con Yes batiendo el récord del mundo de los 400 estilos y con Sun Yang ganando los 400 libre.
Jon ORMAZABAL-Miren SÁENZ
El esperado primer duelo entre Ryan Lochte y Micheal Phelps, uno de esos que, en teoría, debían dilucidar el debate sobre quién es el mejor nadador de la actualidad, deberá esperar a que los dos estadounidenses vuelvan a enfrentarse en los 200 estilos, ya que el hombre récord de Baltimore todavía no ha llegado a London.
Físicamente, el nadador que quería ser el primero en repetir oro en tres Juegos consecutivos sí que se zambulló, apartado en la calle 8, en las aguas de la piscina londinense, pero apenas compitió en la primera puesta, la de braza, y las tres siguientes resultaron un monólogo de Ryan Lochte que, sin referencias, solo compitió contra el crono, quedándose a muy poco de mejorar el récord del mundo.
Eso sí, batir su mejor marca personal y la medalla de oro son un botín estupendo para el nadador neoyorquino. El brasileño Thiago Pereira, medalla de plata con 4.08:86, y el japonés Kosuke Hagino, bronce con 4.08:94, también se sintieron ganadores, ya que dejaron sin medalla a un nadador que no había perdido una final en ocho años.
Desde la mañana, las sensaciones ofrecidas por Phelps, no fueron las mejores. Se clasificó por los pelos con la octava mejor marca y también por la tarde estuvo muy lejos de su nivel. Sin esa referencia contra la que ha tenido que luchar durante toda su carrera nadando en las calles contiguas, Lochte se desvocó y no realizó ningún tipo de concesiones. Tomó el mando de la prueba desde el inicio, en la posta de mariposa, la única en la que le aguantó Phelps, y se marchó a espalda. Llegó incluso al final de la braza por debajo del récord del mundo, que finalmente se le terminó escapando en el estilo libre.
Nada acostumbrado a sentirse relegado a un extremo de la piscina y a verse por detrás de ningún rival, Phelps fue hundiéndose hasta quedarse con la medalla de chocolate y fuera del podio, algo que, en el caso del tiburón de Baltimore, no sucedía desde los Juegos de Sidney en 2000, cuando solo contaba con 15 años y estaba en los comienzos de su prolífica carrera.
Este hundimiento fue perfectamente aprovechado por el brasileño Pereira que se colgó la plata gracias a su magnífica braza, que le llevó en 100 metros de la quinta posición a la segunda, rebasando a Phelps, Hagino y al surafricano Chad le Clos. El joven japonés Hagino, de solo 17 años, aprovechó la oportunidad para estrenarse en una competición de este calibre de la mejor forma, batiendo a un mito.
«Fue simplemente una carrera loca», afirmó Phelps -que falló en su primera oportunidad de convertirse en el primer nadador que repite el oro en tres Juegos. Hoy podría conseguirlo el bracista japonés Kitajima-. «Me sentí bien durante los primeros 200 metros, pero luego, no sé por qué, realmente no podía en los últimos 100. Creo que simplemente ellos hicieron una mejor carrera que yo, estaban mejor preparados que yo y por eso están en el podio»
«Es frustrante, es todo lo que puedo decir, es un disgusto grande pero lo mejor que puedo hacer es pasar página y mirar adelante. Tengo otro buen puñado de carreras y espero terminar mejor de lo que he empezado. Es lo que vamos a intentar hacer», declaró el de Baltimore, que entiende que «el correr por la calle 8 no tuvo nada que ver con mi pobre resultado, probablemente, no pude ponerme en buen momento para la carrera. Es frustrante, empezar con una mala nota como esta», insistió.
Lochte reconoció estar en estado de shock tras el resultado, pero estaba encantado. « Sé que Phelps dio todo lo que tenía, ahora hablaré con él para ver cómo se encuentra»
China empezó fuerte y situó en el podio a tres nadadores en para empezar. Además, sus representantes lo dieron todo tanto que Ye Shiwen, una jovencita de 16 años, salió de la pileta convertida en la primera mujer que bate un récord mundial tras la época de los bañadores milagro.
Dominaba los 200 estilos, pero en la distancia superior nunca había llagado tan lejos. Ayer tocó techo en el mejor escenario. Sus 4.28:43 acaban con el reinado de Sthepanie Rice, la triple campeona olímpica en Beijing que, como todas, se vio superada por ese auténtico huracán oriental que vino de atrás hasta rematar con su crol de forma espectacular.
Rice se ha pintado las uñas de verde, quizás de verde esperanza, tras un largo periodo de problemas físicos que le obligaron a renunciar a distintas competiciones. Fue sexta y de momento no le ha dado resultado. Tendrá que esperar. También Elizabeth Beis. Desde Seúl'88 cuando Janet Evans estaba en la cresta de la ola, Estados Unidos no ha vuelto a tener una campeona. Beis se veía allí pero Ye Shiwen fue mucho mejor. Tanto como tres segundos. Otra china, Li Xuanxu, completó el podio.
Caos matinal en los 400 libre
El festival oriental comenzó antes con un Sun Yang haciendo méritos desde el primer metro para ser uno de los hombres de los Juegos. Ayer se convirtió, con su victoria en los 400 libre, en el primer campeón olímpico masculino del gigante amarillo, quedándose además a siete centésimas del récord del mundo que Biedermann (3.40:07) conquistó con el bañador de poliuretano, ahora prohibido.
El mérito de Sun Yang fue doble porque se convierte con sus 3.40:14 en el protagonista más rápido de un 400 vestido con un bañador textil. Yang superó a Park Tae-hwan, que finalmente pudo defender el título, tras una mañana ajetreada por ser descalificado y luego recalificado.
Fue un duelo entre asiáticos en toda regla, con el chino por la calle 4 y el surcoreano por la 6, en el que avanzaron parejos hasta que el doble campeón mundial de los 800 y 1.500 metros decidió irse a por la victoria y a por un récord que había prometido. Al plusmaquista del kilómetro y medio se le escapó por poco.
Las grandes competiciones deportivas suelen deparar sorpresas, en la piscina del Centro Acuático se produjeron en la primera matinal del programa. No se puede empezar peor. Primero le tocó a Biedermann, el propietario del récord del mundo y a continuación se produjo la descalificación de Park. Ni se lo explicaba: «No sé lo que ha pasado, tengo que hablar con mí entrenador para entenderlo», resaltó tras el incidente que posteriormente se atribuyó a un giro. Horas después la comisión técnica decidió readmitir al surcoreano y la prueba ganó en calidad. Biedermann no tuvo remedio. El gigante alemán se quedó ayer a 8 segundos de su plusmarca. Los 3.48:50 le condenaron al duodécimo puesto y a la eliminación. En la final solo hay hueco para ocho. Un desastre para el germano, encumbrado por su triunfo ante Phelps en aquella pileta italiana cuando el tiburón de Baltimore parecía invencible.
El relevo para Australia
Australia dominó el relevo de 4x100 metros femenino y hoy sus homólogos masculinos esperan hacer lo mismo. Un equipo integrado por Alicia Coutts, Cate Campbell, Brittany Elmslie et Melanie Schlangerdio dio buena cuenta de las estadounidenses, a las que también superaron las holandesas. Missy Franklin tuvo así un debut de bronce en la primera de las siete pruebas que ha elegido para su primera incursión olímpica. Las americanas llevan 21 ediciones llevándose a casa alguna medalla en este relevo pero no han visto la de oro desde 2.000.
El primer récord olímpico de esta edición lo logró Dana Vollmer por la mañana en las series de los 100 metros mariposa. La estadounidense paró el crono en 56.25 y rebajó la marca de Inge de Bruijn, la holandesa que arrasó en Sydney 2000 con 56.61 y lo siguió como comentarista de una cadena de televisión.
Los 4x100 metros libre masculinos, que clausuran la jornada de hoy en la piscina, pueden ser el primer gran momento olímpico de James Magnussen. El aspirante al oro individual en la prueba reina encabeza un cuarteto de lujo para plantar cara al equipo estadounidense. Magnussen y James Robert acreditan las mejores marcas del año en la disciplina, y, acompañados por el experimentado Eamon Sullivan, explusmarquista, y Matthew Targett deberían cumplir su plan.
Tres de ellos, además, formaron parte del equipo australiano que hace un año en Shanghai superó a franceses, segundos, y estadounidenses, terceros, en el Mundial.
Pero los Juegos son otra cosa. Para la natación están un peldaño más arriba y el historial de los yankis no admite discusión. Han ganado ocho de los diez medallas en esta prueba, aunque Australia aprovechara el factor cancha en Sydney'2000 y Sudáfrica se coronora en Atenas'2004. En las Antípodas adoran la natación. Junto con el rugby y el surf es de los deportes importantes y sus rivales lo saben. Tanto como para que el propio Phelps renunciara a correr los 200 libre para llegar más descansado a una final que va necesitar el esfuerzo de todos sus integrantes.
Lo dictan las marcas y los registros de Magnussen están hoy por hoy por encima de los demás en los 100 metros, aunque las tablas oficiales mantengan el registro del brasileño César Cielo, que con el traje de plástico llegó a bajar de los 47 segundos. Con el bañador homologado, solo el Misil aussie ha nadado en 47.10, un segundo menos que el más rápido de los estadounidenses, Adrian. Alain Bernard, oro olímpico individual en 2008, correrá su último relevo con Francia.