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CRíTICA: «Madagascar 3: De marcha por Europa»

Los animales del zoo revolucionan el circo

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Mikel INSAUSTI

De grata sorpresa hay que calificar la tercera entrega de la franquicia animada «Madagascar», por cuanto supera con creces a las dos anteriores tanto en la parte técnica como en la artística, mereciendo también superarlas en la taquilla, lo que seguramente conseguirá gracias a los ingresos extra de las proyecciones en 3D. Las buenas noticias llegan de la mano del rompedor guión de Noah Baumbach, que implica un riesgo innegable para los productores, dado que su única incursión anterior en la animación había sido con «Fantastic Mr. Fox», la nada comercial adaptación del cuento de Roald Dahl a cargo del independiente Wes Anderson. Se atreve a renunciar a la narrrativa convencional, dejando de lado la típica historia con «planteamiento, nudo y desenlace», para sustituirla por un vertiginoso relato que avanza a puro golpe de gag visual dentro de la tradición del enloquecido cartoon de Tex Avery.

La realización remarca la vocación trepidante de la película, apoyada en el aire cosmopolita de las localizaciones, revisitadas al estilo de las aventuras de James Bond. Esto hace que por primera vez una creación del estudio DreamWorks se acerque a las de Pixar, ya que «Madagascar 3: De marcha por Europa» se parece bastante a «Cars 2», la película más querida por John Lasseter.

La adrenalínica sucesión de escenas animadas toma su idea motriz del itinerante mundo del circo, desplazándose en tren a través del viejo continente. Lo rápido que sucede todo no impide retener una cierta reflexión sobre la decadencia del circo con fieras, revolucionado por los animales del zoo, que animan a sus hermanos adiestrados a volverse contra los domadores. El avance evolutivo surge de la traslacion de los renovadores espectáculos de Cirque du Soleil, ejecutados por acróbatas humanos, a la capacidad ficcional de todo animal animado por CGI. La inversión de terminos deja al único representante humano con diálogos como villano de la función, si bien se trata de una mujer al igual que sucedía en «101 dálmatas». El inspiradísimo diseño de la agente Chantal DuBois resulta de una mezcla perversa entre Bette Davis y el Inspector Clouseau.

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