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Pernando Barrena Militante de la izquierda abertzale

Navarra fin de modelo, abrimos ciclo

UPN sabe que la viabilidad de la Navarra uniprovincial no da más de sí, que ese barco se hunde, y no tiene derecho a arrastrar en ese naufragio a la ciudadanía navarra

El estrambótico final del Gobierno UPN-PSN ha terminado por precipitar el ocaso de un modelo político representado por ambos partidos durante años y que necesita urgentemente de un esquema alternativo. El final de un ciclo nos obliga a todos a diseñar el siguiente, a pensar con visión media/larga, y si a aspiraciones de futuro para nuestro país nos referimos, a estas alturas pocos tendrán dudas de que la izquierda abertzale defiende un proyecto de plena soberanía política y económica que, como oferta democrática que es, necesitará de la adhesión de la mayoría de los navarros y navarras para poder llevarse a la práctica.

Mientras vamos creando condiciones para ese futuro en libertad, nos topamos con que siguen existiendo unas institu- ciones que deben gestionar importantes aspectos sociales que influyen de manera directa en nuestra calidad de vida, y en ese contexto es crucial no caer en el pesimismo que nos tratan de imponer desde la receta neoliberal: hay salidas desde la izquierda, tenemos que decir que las cosas pueden hacerse de una manera muy diferente, precisamente además porque los causantes de esta situación de crisis y desgobierno no pueden ser de ninguna manera parte de la solución. Ellos y sus políticas crearon el problema.

Dicho esto y subrayando que la vocación institucional de la izquierda abertzale es transformadora y no pasa por servir para apuntalar este sistema, es necesario en estos momentos estar alerta, ya que poderosas fuerzas reaccionarias pretenden aprovechar la crisis para plantear una involución del modelo de Estado vigente. Esta visión, de llevarse a la práctica, podría suponer graves perjuicios para los navarros y navarras y por lo tanto, si esas intenciones involucionistas se confirman, y todo parece apuntar a que sí (no hay más que ver cómo UPN está aplicando las medidas económicas y recortes sociales del PP sin ningún tipo de margen para que Navarra pudiera hacer políticas diferentes), estaremos obligados, también desde las posiciones de los que denunciamos el Amejoramiento del 82, a hacer defensa de la condición foral de Navarra. La crítica frontal histórica a un statu quo tramposo y nunca refrendado, no puede hacernos dejar perder los derechos históricos mientras buscamos el derecho a decidir; tenemos la obligación de cerrar el paso a toda involución política y a cualquier maniobra que tenga como objetivo mermar la capacidad de decisión de los navarros y navarras.

Hoy más que nunca hay que hacer una apología permanente del derecho a decidir tanto en lo político como en lo económico; soberanía política y económica para poder poner en marcha políticas diferentes. Y sabemos perfectamente que la soberanía política no es suficiente, no ga- rantiza el éxito, pero es totalmente necesaria para poder situar Euskal Herria en una dirección adecuada a las necesidades de su ciudadanía.

Estamos viviendo un momento histórico en la medida que esa crisis sistémica está haciendo aflorar grandes contradicciones, y que en el caso de Navarra ya habían sido objeto de atención por parte del discurso político de la izquierda abertzale. En este contexto de crisis de modelo, estamos viendo cómo el planteamiento institucional para Navarra resultado de la imposición del Amejoramiento, se revela económica y políticamente inviable, insostenible. UPN sabe perfectamente que la viabilidad de la Navarra uniprovincial no da más de sí, sabe que ese barco se hunde, y no tiene derecho a arrastrar en ese naufragio a la ciudadanía navarra.

Hechos recientes son muestras de ese fin de ciclo; el affaire del IVA de Volkswagen entre la Hacienda Foral y la del Estado, donde se ha retorcido interesada y muy coyunturalmente la letra del Convenio Económico y la normativa vigente de IVA para no abocar a Navarra a una situación financiera extremadamente precaria, es una muestra de esa insolvencia económica y política. La operación del Gobierno de Navarra con el Banco de Santander para inyectar liquidez a la tesorería pública es también otra referencia ineludible de quiebra de modelo. Navarra estaría ahora junto a Valencia y Murcia solicitando el rescate financiero al Gobierno español de no ser por el préstamo firmado con Emilio Botín, que es quien en la práctica tiene intervenidas las finanzas forales y vigila el cumplimiento de los objetivos del déficit impuestos por Alemania. Que Navarra hubiera caído junto a autonomías del artículo 143 en la lista de los peticionarios al rescate del Gobierno de Rajoy habría puesto de manifiesto el crack estructural del modelo uniprovincial, y por ello Barcina ha preferido una huida hacia adelante solicitando financiación a una entidad privada, intentando argumentar que se trata de una mera cuestión de problemas de liquidez a corto plazo de la Hacienda Foral.

La situación política en Navarra tras la ruptura del Gobierno UPN-PSN apunta a la convocatoria de nuevas elecciones en el transcurso del próximo curso político, probablemente tras la imposibilidad de aprobar la ley de presupuestos generales para el 2013. Las circunstancias relativas a la crisis económica, el fin del modelo de gestión UPN-PSN y la masiva respuesta de los sindicatos y la ciudadanía en general a los recortes sociales de los últimos tiempos tienen mucho que ver con el tempus político que nos está tocando vivir.

La debilidad de las opciones de la derecha española UPN/PP, así como del PSN, evidencian que el cambio de gobierno tiene más posibilidades aritméticas que nunca y que además en esta ocasión las posibilidades políticas se multiplican. Y esto, ¿por qué? Simplemente, porque hay un nuevo factor capital para que eso pueda ser posible, y no es otro que la creciente implantación de las posiciones abertzales y de izquierda en el contexto político de Navarra. Ahí radica la novedad en el análisis; por primera vez en muchos años, podemos hablar de que el cambio político en Navarra es posible en fondo y forma.

Recordarán que en otros tiempos cuando se hablaba de cambio en Navarra, de desalojar a UPN del gobierno, la fórmula manejada era «PSN + abertzales + IU + todo el que se quiera sumar»; la gran novedad es que en esta nueva situación política y social, todo invita a suponer que el mandato de la ciudadanía en unas elecciones forales podría imponer otra fórmula diferente que pasaría por una operación de concertación entre diferentes fuerzas progresistas liderada por la izquierda soberanista.

El PSN es consciente de que este posible escenario tiene visos de realidad y de ahí las recientes declaraciones de Roberto Jiménez apuntando a EHBildu y a sus portavoces. «Bildu es un elemento más que preocupante», decía en una reciente entrevista el secretario general del PSN, dejando entrever que lo que realmente le preocupa es que unas nuevas elecciones forales arrojen un re- sultado que posibiliten un gobierno progresista liderado electoralmente por EHBildu y participado también por GBai e IU, en el cual el PSN pudiera jugar -o no- un papel secundario.

Cabe deducir que una operación de cambio político en Navarra es más posible que nunca, pero las opciones de Jiménez y los suyos para liderarla, esas opciones que históricamente existieron pero que el PSN tan irresponsablemente dilapidó, son prácticamente nulas. Y digo «prácticamente» porque tiene que ser el PSN quien decida cuál va a ser su juego en los próximos tiempos; son ellos quienes tienen que decidir si quieren pasar a ser parte de la solución, y en ese camino no podemos dar nada por sentado ni a nadie por excluido.

Mientras tanto, hay mucha labor por hacer, también dentro del espacio abertzale de Navarra. Las pasadas elecciones españolas -resultados y contabilidades aparte- pusieron de manifiesto que en Nafarroa, al igual que en el resto del país, existen dos tradiciones abertzales principales representadas por EHBildu y GBai que tienen la obligación de reconocerse, respetarse y verse como posibles sujetos de acuerdo si de verdad queremos aportar de manera decisiva al cambio de modelo que necesitamos. El actual estado de las cosas, tanto en lo referente a la crisis económica y social, proceso de paz y normalización política, y también el fin del modelo UPN-PSN, nos exige estar a la altura de las circunstancias y mirar hacia adelante para poder llevar a la práctica las respuestas que Navarra y el país exigen.

En toda crisis hay una gran oportunidad, y los abertzales, las gentes de la izquierda, tenemos el gran reto de aprovecharla no solo con discurso sino sobre todo por medio de la acción y la generosidad política. «Somos lo que hacemos por cambiar lo que somos», dice Galeano. Vamos a demostrarlo.

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