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Josu MONTERO Escritor y crítico

Disgregación

En generación y media pasamos de la escasez y la mera subsistencia a la abundancia y el despilfarro de la sociedad de consumo. Este proceso que hunde sus raíces en el desarrollismo franquista toma carta de naturaleza con la transición y la democracia -y las legitima-, alcanzado su tierra de Jauja en el 92 de la Expo, las Olimpiadas y el Ave -¡Ave César, los que van a morir te saludan!-. Hace veinte años. Hemos sido nuevos ricos; y por tanto amnésicos, individualistas, inconscientes, hedonistas de chichinavo. Hemos entronizado al dios Dinero ignorantes de que, como explica la historia del rey Midas, éste petrifica cuanto toca: Nos hemos quedado de piedra. Hemos cosificado nuestro mundo, sólo el dinero tiene poder para dar valor a las cosas. Conviene leer al respecto a novelistas como Rafael Chirbes («Los viejos amigos», «En la lucha final», «Crematorio»...) o Belén Gopegui ( «La conquista del aire», «Lo real»...). Pero el meollo estriba en que este proceso no fue acompañado por una mejora real del sistema educativo; más bien éste se ha ido vinculando cada vez más estrechamente al ámbito laboral, ya que se pretende modelar la educación de los seres humanos para que le siente como un guante al sistema empresarial productivo. Y nosotros tan contentos. Esta brutal amputación ya ni se cuestiona. Ernesto Sábato fue un prometedor joven físico; trabajó varios años en el prestigioso laboratorio Curie de París, hasta que decidió abandonar la ciencia: no era sino un mero saber instrumental(izado). Desde entonces se rebeló contra la compartimentación, interesada, del saber, contra la especialización y la consecuente ceguera a que nos aboca el sistema educativo. Frente a ello optó por la novela como único lugar posible de unión, de confluencia, de búsqueda real de entendimiento y crítica. Y no de disgregación.

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