CRíTICA | Teatro
Los rastros del horror
Carlos GIL
La memoria colectiva, las huellas de la tortura, los destrozos morales, individuales y colectivos de años de dictadura pinochetista, el dilema que el tiempo instaura en la propia sociedad sobre esos símbolos del terror. En este caso, “Villa” Grimaldi, es un lugar emblemático donde se perpetraban los actos más crueles de los torturadores pinochetistas. Se intenta convertirlo en un lugar contra la barbarie, y tres mujeres discuten sobre ello. La que sí, la que no, la que no sabe. Las tres han sido víctimas directas o indirectas de aquel horror, y no lo tienen claro. ¿Tener un lugar para no perder la memoria? ¿Un lugar para revivir el dolor? O a quienes les da lo mismo, porque consideran que ese dolor, esa memoria es propia, indeleble y no necesita de simbología externa para su recuerdo. Muy bien estructurado el texto, muy bien dirigido, con la profundidad requerida a través de un trío de actrices muy equilibrado y con mucha calidad que le dotan de todos los matices para que la dialéctica se convierta en luz para encontrar un consenso.
La segunda parte tiene otro registro, tanto textual, como emocional. Nos faltan datos en los que fundamentar nuestra aproximación al supuesto último “Discurso” de la primera mujer que presidió Chile, Michelle Bachelet, una víctima directa de la dictadura que proclamó la reconciliación, o mejor dicho, le dio forma, voz, cara, actitud, gestos. Es un texto mostrado sin apenas acciones teatrales, donde las sensaciones llegan en crudo, que te lleva por la ironía, la hagiografía, incluso en momentos un panegírico a su gestión, y el compromiso, pero que se nos queda ahí, como una manera de firmar una paz con los fantasmas, como una consagración del perdón.
De nuevo el trabajo de las actrices le confieren una unidad a este personaje no tan poliédrico, expresado en tres voces que quedan mudas cuando llega el gran terremoto que le tocó gestionar en sus últimos días de mandato. Teatro necesario. Trascendente. De posicionamiento político claro, que no le impide volar artísticamente de manera perfecta.