Un día después de que el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe a Siria, Kofi Annan, presentase su renuncia ante el mantenimiento del conflicto y la imposibilidad de llegar a un acuerdo político que ponga fin a la cruenta guerra civil que asola el país, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Ramin Mehmanparast, denunció que «los esfuerzos de Annan para cesar el envío de armas a Siria y acabar con los atentados terroristas no satisfacían a los países intervencionistas».

En estas circunstancias, instó a los «países independientes», en especial de Oriente Medio, a cooperar para establecer la tranquilidad en Siria «con el fin de preparar el terreno para un diálogo sirio-sirio entre el Gobierno y la oposición

En la misma línea se expresó horas después el jefe de la diplomacia iraní, Ali Akbar Salehí, quien señaló que «Estados Unidos trata de echar la culpa a otros», al señalar a Rusia y China. «Fueron los países occidentales y algunos estados regionales los que sabotearon el plan de Annan, aceptable para Siria y países importantes de la zona. Pero la otra parte no permitió que tuviera éxito en su aplicación», remarcó.

Rusia también acusó a Occidente y a la oposición siria de no apoyar la vía del diálogo para poner fin al conflicto que ya ha causado 20.000 muertos y amenaza con provocar una crisis alimentaria. «Lamentablemente, la oposición rechazó invariablemente todas las propuestas para entablar un diálogo político», consideró la Cancillería rusa. «Nuestros socios occidentales y algunos países de la región, que podían haber influido en la oposición, no lo hicieron. Más aún, se saltaron las decisiones del Consejo de Seguridad y de la conferencia de Ginebra, y continuaron la colaboración política, moral, material y financiera con los opositores», añadió.

El viceministro de Exteriores, Gennadi Gatilov, aseguró en su cuenta de Twitter que la dimisión de Annan ha estado motivada por intereses partidarios de la intervención militar. «Annan es un mediador internacional honesto pero alguien lo quiere echar del juego para abrir la puerta a una acción por la fuerza. Es obvio», incidió. Tras la cadena de fracasos diplomáticos, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió ayer ante la Asamblea General, que criticó al Consejo de Seguridad por su falta de actuación, una acción urgente para frenar «la larga guerra civil siria».

En su intervención antes de votar una resolución de condena del régimen de Bashar al-Assad presentada por los países árabes, advirtió que «estamos frente a la cruda posibilidad de una larga guerra civil que destruirá un rico tapiz de comunidades entrelazadas», una catástrofe que le recuerda a Ruanda y Bosnia. «Una presión internacional unida puede marcar la diferencia en Siria, cuya población necesita acción después de que sus aspiraciones hayan sido negadas», concluyó.