Con su propuesta de reducción del número de parlamentarios en Gasteiz de 75 a 60 como medida de «austeridad», el PP pretende transmitir que actúa con responsabilidad en tiempos de crisis, y lo hace sabedor del desprestigio de la llamada clase política ante los ciudadanos. Pero esa pretensión resulta hilarante en boca de uno de los partidos que más han contribuido a ese desprestigio -si no el que más-, por su práctica de derroche e implicación de sus cargos públicos en escándalos tanto dentro de la legalidad como fuera de ella. Y resulta sangrante que un partido que constantemente está recortando los servicios públicos afirme que se trata de «ahorrar recursos para poder destinarlos a otras necesidades más importantes de bienestar social». Dicha propuesta responde a un impulso puramente populista. Sus promotores saben que esa reducción apenas tendrá incidencia en su supuesto objetivo y, además, con ella pretenden evitar el verdadero debate al respecto, que no debería centrarse en el número de parlamentarios, sino en su modo de actuar. Si de reducir gasto se trata, mayor margen de ahorro ofrecería, por ejemplo, la supresión de numerosas dietas injustificadas e injustificables. Y la mejor forma de prestigiar la política sería que los ciudadanos perciban a esos parlamentarios más próximos a ellos y como sus representantes y verdaderos defensores de sus intereses.