Plantear en un espacio que se hace llamar «El Gran Debate», una pregunta tan capciosa como «¿es más barato matar que robar en España?» solamente puede provocar desvaríos y la aparición de los tertulianos más cafres de toda la nómina de asiduos a debatir por un sueldo. Y si además se invita al abogado Eleuterio Sánchez, antes un delincuente estigmatizado por el franquismo con el nombre de «El Lute», las chispas pueden ir saltando hasta provocar conatos de incendio porque la perspectiva histórica no es precisamente algo que se use de una manera cabal en estos tiempos. Por eso el juez prevaricador de apellido Garzón puede decir sin que se le caiga un gramo de cemento de su rostro que se siente «el último exiliado del franquismo». Hay que echarle morro. El afán de notoriedad de este individuo es patológico. La perspectiva de la vida de alguien que va de «El Lute» hasta don Eleuterio Sánchez, no es solamente un ejemplo de reinserción social, sino de lucha personal contra su designio de clase. Eso es lo que los tertulianos de Tele 5 más derechistas, más ultras, más infames, no podían admitir, y entraron al trapo con virulencia, de tal modo que el sabio Eleuterio les tuvo que parar los pies de manera muy directa, sin concesiones. Destaca la sinrazón del programa ya que le estuvieron entrevistando, cuando hubiera sido el mejor, el más completo y documentado de los tertulianos, porque teníamos nada menos que a Pilar Rahola cometiendo gazapos de conjugación de verbos, al padre de Mariluz, un hombre que clama venganza bíblica, y a otros habituales de la ultra derecha, que al final no aportaron mucho más a la cuestión. Y todo porque el tal Roca, uno de los saqueadores de Marbella aludió en su defensa que le iban a condenar a más años por robar que al asesino de la tristemente famosa niña Mariluz.

Lo cierto es que la demagogia es salvaje, pero que este tema toca una sensibilidad social muy agitada. En esta involución absoluta, con las medidas de retroceso de Ruiz Gallardón, no sería de extrañar que se plantearan instaurar la cadena perpetua o la pena de muerte, que más o menos la aplican ya, como en el caso de Iosu Uribetxeberria.