Udate
Jamaica, cincuenta años de independencia y reggae
Pablo Cabeza
No existe precedente: ningún país tan pequeño puede alardear de haber influido musicalmente a tantas naciones y grupos con un estilo musical (ska/reggae) creado en tan solo 10.000 kilómetros cuadrados, aunque podría forzarse aún más la singularidad si se centra la historia en Kingston, la capital de Jamaica, ciudad que en 2010 apenas superaba el medio millón de habitantes.
La primera capital de Jamaica la fundó el vasco Francisco de Garay con el nombre de Nuestra Villa de la Santísima Señora de la Vega o Villa de la Vega, y fue capital de Jamaica hasta el siglo XIX. Tomada por los ingleses, se la conoció como Spanish Town. Garay fue Gobernador desde 1514 a 1523. Según se lea la historia en castellano o en inglés, Garay fue un noble conquistador o un genocida.
Port Royal fue fundada por los británicos en 1656, un año después de que la isla fuera invadida, sin previa declaración de guerra contra España, por orden de Oliver Cromwell. El lugar escogido para la nueva sede administrativa británica fue el inicio de un recodo bien defendido por una gran barrera de arena, situado al sur de la gran Bahía de Kingston. La base se convirtió pronto en un nido de piratas, ya que constituía un lugar estratégicamente situado entre las líneas marítimas que unían España con Panamá. Además, la bahía en forma de una gran c achatada y al revés tenía las dimensiones idóneas para resguardar a un gran número de barcos. Desde Port Royal, Henry Morgan atacó Panamá, Portobelo y Maracaibo. También se instalaron en la ciudad durante algún tiempo piratas famosos como Bartholomew Roberts, Roche Brasiliano, John Davis y Edward Mansvelt. Los británicos nunca se opusieron a la llegada de piratas y corsarios, ya que ellos no podían desplegar suficientes tropas en Jamaica como para resistir una eventual invasión española o francesa.
Los bandidos del mar se convirtieron, de hecho, en los principales habitantes, defensores y gobernadores de la colonia. En la década de 1660 la ciudad era conocida como la Sodoma del Nuevo Mundo. La gran mayoría de los hombres que la habitaban se dedicaban a la piratería y las mujeres a la prostitución. El escritor Charles Leslie, en su «Historia de Jamaica», describía así a los piratas: «El vino y las mujeres menguaban su riqueza hasta tal punto... que algunos de ellos llegaban a ser reducidos a la mendicidad. Se sabe que han llegado a gastarse hasta 2 ó 3.000 piezas de a ocho en una noche; y uno dio 500 a una prostituta por verla desnuda. Acostumbraban a comprar un tonel de vino, ponerlo en una calle, y luego obligar a todo aquel que pasase a beber».
Tras el nombramiento de Henry Morgan como gobernador, en la vida en Port Royal, los piratas ya no fueron necesarios para defender la ciudad. Los ciudadanos de las clases altas aborrecían ahora la reputación que había adquirido la ciudad, aunque hubiese sido por las acciones que, precisamente, les habían convertido a ellos en miembros de la alta sociedad.
En 1687, Jamaica comenzó a adoptar medidas contra la piratería, tornando lo que hasta entonces había sido un paraíso para los corsarios en un lugar común para su ejecución. En 1722, llegaron a colgarse a 41 piratas en menos de un mes. Charles Vane y Jack el Calicó habían encontrado su final en este mismo lugar dos años antes. Sin embargo, los británicos no tenían problemas morales para dedicarse al tráfico de esclavos. El 7 de junio de 1692, la ciudad fue sacudida por un terremoto que hundió la gran barrera de arena sobre la que se sustentaba en las aguas de la Bahía de Kingston. Los tsunamis subsiguientes erosionaron aún más el terreno, sumergiendo para siempre hasta dos tercios de la ciudad. En parte, un gran número de edificios quedaron intactos, pero sumergidos. La historia y vida de Port Royal sirvió, siglos después, para los sucesivos guiones de «Piratas del Caribe», obviamente sin rigor histórico y bajo el mando de la aventura y el cromo. Previamente se había filmado «Captain blood» (1933), con el galán Errol Flynn como protagonista.
Tras el desastre de Port Royal, los británicos fundarían Kingston en 1693. Ciudad que también padecería terremotos, huracanes, sucesivos incendios, cólera... No obstante, sigue siendo la capital de Jamaica, más sugerente por sus costas, su historia y su música que por la propia ciudad, escasamente atractiva.
Con una historia marcada por las colonizaciones, los desastres naturales y una fuerte mezcolanza de etnias, con los arawak y los tainos (principalmente) como sus primeros pobladores, entre 1.000 y 400 años a.C., la historia de Jamaica es un cruce de culturas y creencias.
Tiempo de ska
Dejando atrás en el tiempo la política y las diversas y largas luchas, en ocasiones dramáticas, el ska nació en Kingston a principios de los años 50. La gente se reunía en las plazas, donde los sound systems pinchaban las últimas novedades estadounidenses de jazz, soul y ritmo y blues. Los sound system eran estaciones de trabajo móviles. Los dj's adecuaban una furgoneta o camión con un generador, un giradiscos y altavoces gigantes para montar fiestas en la calle. Si la autogestión absoluta no comenzó aquí, a la par que el trabajo inteligente de los dj's, algo se nos despista por el camino. La escena de sound systems está considerada como uno de los elementos cruciales en el desarrollo de la música jamaicana moderna, y fue de vital importancia para el surgimiento de estilos como el ska, rocksteady, reggae, dub, dancehall, raggamufin y demás variaciones. Las dos principales fuerzas fueron Trojan, de Duke Reid, y Sir Coxsone Downbeat, de Clement «Coxsone» Dodd, a los que más tarde se les uniría Cecil Bustamante, conocido como Prince Buster. En los sound systems se pinchaba música de EEUU, puesto que la industria musical jamaiquina aún era casi inexistente, a excepción de alguna cinta de mento y calypso. Muchos discos se traían de Miami o de Nueva Orleans y los dj's eliminaban las etiquetas para que los rivales no supieran lo que se pinchaba.
El catalizador que inició la carrera musical jamaicana fue el futuro primer ministro Edward Seaga, que en 1958 fundó West Indian Records, produciendo música de artistas locales, reinterpretando ritmos estadounidenses. Ese mismo año, Chris Blackwell produjo una grabación del aún desconocido Laurel Aitken (quien nos visitó en más de una ocasión, fallecido en 2005), Duke Reid y Clement Coxsone, viendo la posibilidad de tener grabaciones exclusivas para sus sound systems, fundaron sus propios sellos, Treasure Isle y Studio One, respectivamente.
El origen del nombre ska es complicado y según el musicólogo implicado se inclina por una u otra teoría. Los integrantes de la banda Skatalites afirman que ese nombre se tomó del bajista Cluet Johnson, quien usaba como saludo la expresión love skavoovie. Otros artistas, sin embargo, defendían que era la onomatopeya del sonido que hacía la guitarra (ska, ska, ska). El propio Johnson usaba ska como una forma fonética de explicar el sonido de esta música. Con todo, no son las únicas teorías. A Skatalites se les otorga la deferencia de ser considerada la primera banda de ska. Val Douglas, de Skatalites, comentaba a Ane Arruti (GARA) el año pasado: «Esta música fue creada por gente joven en su momento. Esa actitud nunca cambió. Creo que aquellos jóvenes que creamos estos ritmos y los jóvenes de ahora, básicamente tienen la misma actitud, una actitud rebelde que todavía es relevante».
A mediados de los sesenta surge en Kingston el rocksteady, precursor de la música que más notoriedad iba a dar a la isla, el reggae. El fenómeno de los rude boys fue contemporáneo del periodo ska, pero cobró más fuerza durante la era del rocksteady y aglutinaba a un buen número de jóvenes díscolos que no encontraron su sitio tras la independencia de la isla. Tras un corto periodo de pujanza del rocksteady nació el reggae, que se caracteriza rítmicamente por un tipo de acentuación del off-beat, conocida como skank. El tiempo del reggae es más lento que el del ska y el rocksteady, además de incorporar otros instrumentos. El término reggae apareció tanto en Desmond Dekker (famoso por su «Israelitas») como en el hit rocksteady de 1968 «Do the reggay», de The Maytals. Sin embargo, las teorías sobre el nombre son tan diversas como curiosas.
Los primeros discos de reggae genuino se lanzan en 1968: «Nanny goat», de Larry Marshall, y «No more heartaches», de The Beltones. The Wailers ( Bob Marley, Peter Tosh y Bunny Wailer, tres posteriores ases indiscutibles, con el primero como gran compositor e impulsor del estilo y filosofía de vida rastafari) es quizá el grupo más conocido que realizó la transición de las tres etapas de la primera música popular jamaiquina: ska, rocksteady y reggae. Otros pioneros reggae incluyen a Prince Buster, Desmond Dekker y Jackie Mittoo.
En el desarrollo que llevó el ska hacia el rocksteady y posteriormente al reggae, fue fundamental la contribución de varios productores locales. Entre los más importantes estuvieron Coxsone Dodd, Lee «Scratch» Perry, Leslie Kong, Duke Reid, Joe Gibbs y King Tubby. Chris Blackwell, que fundó el sello Island Records en Jamaica en 1960, para mudar a Inglaterra en 1962, fue uno de los mayores impulsores del sonido reggae. Blackwell se alió a Trojan Records, fundado por Lee Gopthal en 1968.
El éxito económico para el sello llegó con la publicación de música ofrecida por productores como Duke Reid, Byron Lee y Leslie Kong, en una serie de recopilatorios de precio popular. La música fue especialmente popular entre diferentes culturas de jóvenes británicos como los mods o los skinheads. Trojan publicó numerosos discos de artistas jamaicanos en Gran Bretaña hasta 1974.
En 1972, la película «The harder they come», con Jimmy Cliff como protagonista, generó un considerable interés por la música de la isla. El filme retrata con realismo tanto la situación económica como musical, con los rude boys en primera fila. La versión de Eric Clapton en 1974 del tema de Bob Marley «I shot the sheriff» ayudó a llevar el reggae al oyente medio. Hasta Led Zeppelin tuvieron su reggae, «D'yer Mak'er». De hecho, el ska y el reggae calaron fuerte en Gran Bretaña, por lo que su proyección internacional resultó espectacular, incluida Euskal Herria.
Rastafaris
El rastafarismo surge de las proclamas de Marcus Garvey, editor, periodista y empresario jamaiquino fundador de la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro (UNIA). Se considera que la religión rastafari es, al menos en parte, consecuencia de sus ideas. Garvey es Juan el Bautista, al haber anunciado la llegada de un rey, el emperador de Etiopía, Haile Selassie I. Garvey no creía en la violencia y exhortaba a sus seguidores a respetar la constitución y a no provocar altercados, algo complejo en un país donde la corrupción, el caciquismo y la persecución han sido norma de actuación general.
Los seguidores del rastafari, conocidos como rastas, creían que Haile Selassie I liberaría a la gente de ascendencia africana del mundo (Babilonia) conduciéndolos a una tierra prometida llena de emancipación y justicia divina, llamada Monte Zion. Los rastafaris creen que los negros son descendientes de los antiguos israelitas. La suya es una religión abrahámica fuertemente sincrética. Muchos rastas creen que Jah, forma abreviada de Yahveh en las escrituras hebreas, había tenido tres encarnaciones: Melquisedec, Jesucristo, y, finalmente, Haile Selassie. La marihuana es usada por los rastafaris como algo sagrado, ya que sostienen que fue encontrada en el lugar de la tumba del rey Salomón, luego de enterrarlo.
El movimiento rastafari debe su nombre a Ras (príncipe) Tafari Makonnen (nombre/apellido). En la coronación como emperador de Haile Selassie I de Etiopía, (1930) esta fue vista como la culminación de la profecía de Marcus Garvey de una década antes: «Mirad a África, un rey negro será coronado, el día de la liberación está cerca».
Haile Selassie I (nacido como Tafari Makonnen, 1892-1975) fue el último emperador de Etiopía. En 1931 subió al trono, estableciendo un régimen absolutista, que se postergaría con la invasión italiana en 1936, para volver a tomar el poder en 1952 y finalizar en 1974 con la revolución socialista (apoyada por la URSS) que lo derrocó. Murió a los 83 años en circunstancias no aclaradas, dejando tras de sí demasiadas sombras como para ser un ente divino: régimen dictatorial, corrupción, aniquilación de toda oposición, bancarrota del país, hambruna...
Complejo entender la pájara mental rastafari y que tanto defendió el genial Bob Marley, pero, finalmente, sí parece que hay algo que une a Jamaica y etiopía, al margen de las empanadas religiosas y el verde, el rojo y el amarillo: sus grandes corredores.